miércoles, 7 de junio de 2017




EL MAR DE LOS DELFINES CARNIVOROS


En el mes de julio, en una mañana calurosa, soleada y con un viento cálido; nuestro protagonista Carlos y sus amigos Andrea y Juan se iban de vacaciones a Estados Unidos.

Cuando llegaron al aeropuerto, vieron desde las sala de embarque el avión en el que iban a hacer su viaje. Les pareció muy chulo porque era verde y sus alas multicolores. Un avión muy especial y diferente al que se subieron para comenzar su largo viaje.

Estaba atardeciendo cuando se aproximaron a la costa americana. Carlos observó el paisaje. Veía perfectamente el perfil de la costa porque estaba muy cerca, el mar estaba en calma, parecía una piscina, estaba nublado pero los rayos del sol se reflejaban en el mar. Se veía el acantilado de una isla, alto, oscuro, como una montaña en el mar. Cerca del acantilado, podía ver también unas rocas.

Era un paisaje que transmitía tranquilidad, calma, relajación, disfrute… nada más lejos de la realidad.
Justo en ese momento, el piloto les comunicó que tenían graves problemas en los motores del avión, que estaban ardiendo y que la única solución posible para salvarse era saltar al mar, a pesar de que se encontraban en el mar de los “Defines carnívoros” y eso podía resultar también muy peligroso.

Carlos, que era un chico joven, alto, fuerte, delgado, listo, divertido, guapo y muy valiente, saltó el primero. Mientras caía al agua, (Andrea y Juan se preparaban para saltar del avión), Carlos vio a un delfín carnívoro de los que les había dicho el piloto.

A pesar de su valentía, en ese momento sintió mucho miedo y gritó todo lo alto que podía, porque el delfín estaba cerca. Le dio tiempo a verlo bien en su caída; el delfín era mucho más grande que él, de color rosa y morado, con cara de malo y de pocos amigos.

Carlos pensó:
– ¡¡En cuanto caiga al agua, me merienda!!-.

Ya en el agua, Carlos nadó todo lo deprisa que pudo hasta llegar a una de las rocas que había visto desde el avión. Era una roca pequeña, oscura y estaba mojada.

Al poco tiempo, llegaron sus amigos que estaban empapados, muertos de miedo, nerviosos y sin saber qué hacer (igual que Carlos).

Estaban en mitad del mar, cerca de la costa pero sin móviles ni manera de comunicar el accidente. Y lo que era peor… estaban en el mar de los Delfines carnívoros. Sólo podían hacer una cosa; esperar a que alguien les rescatara.

Pasaron horas y horas pero los tres seguían igual, hambrientos y súper preocupados pues estaban rodeados por delfines carnívoros.

De repente, Andrea dijo muy alto:
- Mirad esa isla. Podemos ir nadando hasta allí.

Pero Carlos y Juan no estaban muy de acuerdo con la idea de Andrea, pues tenían mucho miedo. Después de media hora discutiendo sobre qué iban a hacer, Andrea consiguió convencerles de que si iban nadando muy rápido conseguirían llegar. Carlos no parecía tan asustado como Juan.

Cuando se dispusieron para salir nadando, Andrea y Carlos salieron muy rápido, sin darse cuenta de que Juan se había quedado.
Por fin, Andrea y Carlos llegaron a aquella isla. Había gente normal paseando, comiendo en restaurantes, etc.En resumen, que todo parecía normal.

Estaban a punto de cantar victoria pero… Carlos pegó un grito diciendo:
-¿Dónde está Juan?
Andrea y Carlos empezaron a alterarse y a sospechar, pues no sabían si se había quedado en aquella roca.Sólo se les ocurrió ir a la comisaría más cercana (no sabían mucho inglés).

No les costó mucho encontrar una pero el problema era si el policía se lo iba a creer.
Al llegar el policía parecía un poco extrañado porque Andrea y Carlos estaban empapados. Les costó un poco comunicarse con aquel policía, pero al final lo consiguieron.
El policía pareció no habérselo pensado dos veces. Lo que hizo fue telefonear muchos números.

Al rato se empezaron a oír helicópteros venir. Uno aterrizó en la orilla del mar.
Un señor alto, fuerte y con una melena muy larga salió del helicóptero y les dijo que se subieran.
Fueron corriendo hacía el helicóptero y se subieron en él; le guiaron hasta donde estaba Juan.

Juan estaba en el mismo sitio de antes sólo que estaba tumbado.
Andrea y Carlos se asustaron mucho porque pensaban que un delfín le había hecho algo.
-Aquí,  baja; es aquí. - Dijo Carlos.

El helicóptero empezó a bajar pero un poco antes de llegar al mar se paró. El señor dijo  que bajaran y que cogieran a Juan.
Cuando estaban ya en el helicóptero se dieron cuenta de que respiraba. En el helicóptero había un médico que dijo que se podía haber desmayado por hambre.

Regresaron a la isla en el helicóptero y llevaron a Juan a un hospital donde le curaron y le dieron servicios médicos hasta que se recuperó. Le hicieron varias pruebas y descubrieron que Juan se había desmayado por deshidratación y por hambre.

Al día siguiente le dieron a Juan el alta médica y estuvieron el resto del día en la playa de enfrente hasta que llegó la noche y se fueron a un  hotel a dormir después de un largo día. A la mañana siguiente decidieron disfrutar de lo que les quedaba de vacaciones, que no era poco.

Estuvieron en la isla  todos los días y pasaron unas vacaciones increíbles.  Al regresar a la ciudad donde residían Andrea, Carlos y Juan ya tenían mogollones de anécdotas por contar. Una de ellas era saltar desde un avión en llamas y caer al agua. Los tres amigos hicieron la promesa  de  ir algún día a Estados Unidos ya que ellos no pudieron ir en esas vacaciones y tenían tantas ganas de ir que al verano siguiente estaban embarcando ya en  el aeropuerto rumbo a  Estados Unidos. (En ese viaje sí que  llegaron a su destino.)


Fin.


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