Detectives en el campamento
Era una mañana de verano y Celia y se
disponía a desayunar, cuando su madre le dijo que en unos días le llevaría al
campamento “Hallcamp”. Ella, feliz por la noticia, no esperó ni un segundo en
hacer la maleta. Estaba impaciente por la llegada del día de irse.
Llegó el gran día y en cuanto entró
al coche se quedó dormida. Pasaron dos horas y… ¡Ya habían llegado! Celia no
tardó nada en hacer amigos y, además, ¡Le encantaba su tienda de campaña!
Estaba segura de que se lo iba a pasar genial.
Pasaron los días y tenían cada vez
menos ganas de volver a su casa. Una tarde después de bañarse en la piscina con
sus amigos, Marcos, Carlos y Andrea, se fueron a una cabaña a coger toallas,
cuando de pronto… toneladas de veneno para generar enfermedades almacenadas en
contenedores estaban ocupando toda la sala.
Después de que hubieran encontrado el veneno para tener
enfermedades, no sabían si decírselo a los monitores.
Decidieron que no, tocaba la hora de merendar y los monitores se dieron cuenta de que
ocultaban algo y decidieron revisar el campamento y lo vieron y se enfadaron
con los campistas y decidieron llamar a Sherlock Holmes pero no estaban seguros de si creería que fueron
ellos, por eso no lo sabía que hacer pero decidieron que sí, que pedirían su
ayuda. Buscando, Sherlock y su perro se
metieron en una galaxia paralela y empezó una persecución por el espacio. Entraron
en el agujero negro y aparecieron en el mundo normal y siguieron intentando capturar a los traficantes.
Al final, después de haber capturado
a los traficantes de enfermedades llamados Ryan Mortem y Stephen Curry, el
“genio” al que se le ocurrió la “mariposa triguera”, fueron encarcelados en la
cárcel de Massachusetts y condenados a cadena perpetua a hacer servicios
comunitarios, gracias al detective Sherlock Holmes y su perro Stewey, que
olfateó hasta encontrar donde se escondían.
Fin
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