jueves, 15 de junio de 2017



RAYAS Y SUS AMIGOS

Érase una vez un gato pequeño pero muy listo y muy glotón. Se llamaba Rayas. Era gris con rayas negras; sus ojos eran verdes como la hierba, tenía la piel super suave y era muy limpio. Siempre llevaba un bombín naranja y azul y sabéis qué…era mágico, podía sacar todo lo que quisiera menos cosas que se comen.
Era 1 de marzo del 2016, la mañana estaba fría. Su pueblo se encontraba en una llanura del campo al pie de una cordillera de montañas altas con nieve.
Rayas paseaba por encima de un muro muy estrecho y le entró mucha hambre hasta el momento en el que le sonaban las tripas. Justo en la casa de enfrente, un niño abrió la ventana. Rayas aprovechó para meterse en la casa. Cuando entró por la ventana se cayó en el cubo de la basura. Salió y estuvo paseando lentamente. Su corazón le iba a cien, tenía miedo de que le descubrieran. Hasta que… ¡ahí estaba! ¡La nevera! Sus ojos se iluminaron como estrellas y empezó a zamparse todo lo que veía. Cuando se llenó, se fue a buscar la ventana para salir y de repente…
Tenía la tripa llena y se fue a descansar al sol en el jardín, y allí se encontró con un precioso lagarto verde muy glotón que también estaba tomando el sol. Los dos observaban cómo una mariposa juguetona revoloteaba sobre sus cabezas y les estaba molestando en su descanso. El lagarto glotón, aunque sabía que la mariposa era venenosa, dio un salto y se la comió de un bocado.
-         ¡Cuidado!, ¡Esa mariposa es venenosa!,- gritó Rayas
-         No te preocupes, me he comido cientos de ellas y nunca me ha pasado nada. Ahora podemos descansar tranquilos. Mira allí hay una mariquita, si no estuviera tan lejos, me la comería también…
-         Si, se llama Rita,- contestó Raya, -éramos amigos…

Cuando Rayas por fin se libró de aquella mariposa venenosa le fue a dar las gracias al nuevo amigo que había hecho aquel día. Era el lagarto glotón que, al igual que él, le encantaba comer todo lo que podía. Pero Rayas se había olvidado de la ayuda que le había dado la mariquita Rita. Ella se estaba sintiendo sola cuando un sentimiento de rabia recorrió su cuerpo.
-Cómo ha podido ese asqueroso gato olvidarme? Yo fui la que le salvó de la mariposa. -Dijo ella llena de ira.
Rita, la mariquita, empezó a idear un buen plan para acabar con Rayas. Mientras tanto Rayas y lagarto glotón daban un paseo por las montañas. Y justo entonces a lagarto glotón le retumbaron las tripas.
-¡Qué hambre tengo!-Dijo él con cara tristona mirándose la tripa.
De repente apareció por allí Rita, la mariquita. Estaba ella tan feliz de sí misma que se le ocurrió empezar con el plan malvado que ella misma había inventado.
-         Rayas, Rayas, ¿por qué no te pasas por mi casa para tomar algo con tu amigo lagarto Glotón?
Entonces, llegó sapo, el embustero, con su cara de pillo habitual. Miró a la mariquita y luego la mariquita le miró a él. La mariquita se puso a chinchar al sapo y le dijo:
-         ¿A que no me pillas, gordito?

Muy ofendido el sapo la miró y le dijo:

-         ¡Te comeré con patatas!
Y la mariquita se puso a volar en círculos sin parar. El sapo sacó su lengua gigante y sin pensárselo dos veces se la zampó. Luego el lagarto no pudo aguantar más y se comió al sapo. Rayas alucinaba con aquella rara experiencia que acababa de vivir.
-         Sácame de tu asquerosa y repugnante barriga o lo haré yo mismo- Gritó el sapo desde el interior de la tripa del lagarto; éste se sentía dolorido por dentro.
Entonces el lagarto glotón escupió al sapo de su bocaza que a su vez escupió a la mariquita Rita. Ella estaba desesperada y se dio cuenta de que no tendría que haberse metido en un lío como ese y les pidió perdón y se fue. El sapo embustero también pidió perdón y se fue sin volver la cabeza. Luego el gato y el lagarto vivieron felices y comieron perdices. Pero juraron nunca separarse y siempre estar el uno para el otro.
Vivían juntos en la misma casa, y así podían charlar cada día, Rayas apoyado en el poyete de la ventana y el lagarto glotón en la pared, tomando el sol.
Al poco tiempo de vivir juntos se dieron cuenta de que echaban mucho de menos la compañía de Rita y decidieron salir a buscarla para invitarla a vivir en su jardín y así poder verse todos los días.
La encontraron comiendo hojas en una planta y la preguntaron si quería ir a vivir con ellos y le prometieron que se iban a portar muy bien con ella. Rita, aceptó en seguida la invitación. Estaba entusiasmada.
Cuando llegaron a casa los tres amigos, Rita se quedó sorprendida de la cantidad de plantas que había en el jardín…y pensó que aquello era como un paraíso.
Desde entonces, los tres amigos nunca se han separado y van juntos a todas partes.

FIN
Nacho Tomé Otero

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