jueves, 23 de mayo de 2019


 
        FÁBULA “EL KIWI Y EL GORRIÓN”

                          Por Paola García Molina 6ºA
Había una vez un kiwi y un gorrión frente a un río caudaloso, pero con puente. El gorrión tenía pensado pasar el río por el puente y el kiwi tenía pensado volar bien alto hasta la otra orilla, pero a pesar de tener el plan claro ninguno se movía.
-¿Por qué estáis ahí parados?- preguntó un pececito que pasaba por la corriente.
-Porque me he dado cuenta de que no puedo volar, y no sé cómo pasar. Ojalá pudiera volar- dijo el kiwi.
- Yo porque me he dado cuenta de que no puedo andar bien, y no sé cómo pasar. Ojalá pudiera andar bien- contestó el gorrión.
El pececito rió por lo bajo y siguió su camino.
El gorrión y el kiwi se miraron de arriba abajo.
-¡Si pudiera andar tan bien como tú, podría pasar!- dijo al final el gorrión.
-¡Y si yo pudiera volar tan bien como tú, podría pasar!- destacó el kiwi.
Al ver que ninguno podía pasar, decidieron volver a sus casas y olvidarse para siempre de lo ocurrido sin todavía darse cuenta de algunos detalles.
MORALEJA: Muchas veces nos centramos en que si tuviéramos las cosas que tienen los demás podríamos hacer lo que nos proponemos, sin darnos a penas cuenta  de que lo que tenemos es igual de útil.
(En la vida real, los kiwis no pueden volar y a los gorriones les cuesta andar.)
Para las personas que viven en la sombra de otras personas con muchas habilidades no pueden ver que ellas pueden tener muchas más. 



miércoles, 22 de mayo de 2019



La estrella y el caballito de mar



Érase una vez, una estrella de mar que quería jugar con los caballitos de mar. Todos los días, le preguntaba a uno de ellos:
- ¿Puedo jugar con vosotros?
Así un día, otro, otro y otro y la respuesta del caballito de mar siempre era la misma:
- No, no, no y no.
Y un día tras otro la pobre estrella de mar se iba entristecida a estar sola.
 Una mañana, después de haber sido rechazada de nuevo, empezó a pensar: <<¿Por qué siempre me rechazan?, ¿por qué no me quieren? >>
 Al día siguiente la volvieron a echar de allí pero esta vez uno de los caballitos la siguió hasta que llegaron al escondite de la estrella de mar y le dijo.
-Hola, soy Lidia. Todos los días, te veo acercarte, hablar con uno de nosotros y luego alejarte. ¿Por qué te acercas para luego tener que irte? ¿Qué te dicen para que te vayas?
- Pues, todos los días me acerco para preguntaros si puedo jugar o estar con vosotros-. Pero siempre me contesta uno de vosotros lo mismo: “No”. Por eso siempre me marcho de allí para estar sola aquí, en este maravilloso lugar que me hace sonreír de nuevo.
-Lo siento mucho estrella; ahora lo entiendo todo-. Tengo una idea para que escarmiente ese caballito de mar.
-¿Ah, sí?- le preguntó indecisa la estrella de mar.
-Sí – le contestó el caballito de mar -. Cuando todos nos vayamos a casa les preguntaré a los demás caballitos qué les parece lo que te hace todos los días Henry.
-¿Henry?
-Si, el caballito que siempre te rechaza.
-¡Aaaah!
-Bien, lo que haremos será esto:  iré proponiendo a los que les parezca injusto lo que te hace que se reúnan en el arrecife que está cerca de tu casa mañana, un poco antes de que llegue Henry, y empezaremos a jugar a algo. Cuando Henry se acerque tú irás y le rechazarás, ¿de acuerdo?
-Sí.
Esa tarde la estrella se volvió a acercar y se volvió a ir pero esta vez no se fue triste sino al contario, se fue confiada porque tenía un plan. Cuando fue la hora de irse todos los caballitos se fueron marchando, mientras que Lidia iba preguntándoles a todos.
-¿Os parece bien lo que está haciendo Henry?
Y todos la respondieron lo mismo.
-Muy mal.
-Fatal.
-Horrible.
Y más cosas así.
Entonces les contó a todos su plan y accedieron a hacerlo. Al día siguiente se reunieron todos con la estrella de mar y esta la emocionó que todos hubiesen venido. Después la estrella propuso jugar a un pilla pilla y todos empezaron a jugar. Lidia la  ligaba primero todos se divertían mucho.
Cuando apareció Henry.
-¿Puedo jugar con vosotros?- Le preguntó Henry a la estrella.
- No- Le dijo la estrella.
Henry puso una cara triste.
- ¿A que sienta mal?- le preguntó la estrella a Henry.
-Sí- le respondió.
Al final le dejó jugar y todos se divirtieron juntos, incluso Henry.

          



Moraleja: No hagas a los demás lo que no te gustaría que te hicieran a ti.

lunes, 20 de mayo de 2019


   El Ciervo Blanco

Había una vez, en un frondoso bosque, un pequeño cervatillo que acababa de nacer.
El cervatillo tenía unos grandes ojos color negro azabache. Él era como los demás cervatillos, lo único que le diferenciaba de ellos era que su suave pelaje era tan blanco que incluso destacaba entre la nieve. Eso no era normal, pues todos los cervatillos eran de un color marrón clarito con delicados puntos blancos en el lomo.
El cervatillo creció como un ciervo normal, pero nadie quería hablar con él y se burlaban de su pelaje blanco.
Un día le preguntó a su madre:
-¿Mamá, he hecho algo mal para que nadie quiera ser mi amigo? ¿Por qué se burlan de mi pelo?
-Tú no has hecho nada, mi amor.- le respondió con su cálida y dulce voz- Es solo que tienen envidia de tu precioso pelaje.
Él, un poco más tranquilo, se fue en busca de un amigo.
Cuando llegó a la edad adulta y dejó de depender de su madre, al ciervo blanco le salieron unas enormes astas para la época de celo, pero el pobre estaba tan desesperado por encontrar un amigo o una amiga para no sentirse tan solo que no le importaba tener o no pareja.
Cuando reunió el valor suficiente, se marchó de su hogar para ver si en algún otro sitio podía hacer amigos.
Se recorrió todo el bosque y en ninguna de las manadas que visitó le aceptaron tal y como era. Ya casi sin esperanza se dispuso a ir a la última manada que le quedaba por visitar y, cuando llegó, le permitieron quedarse unos días por cortesía.
Era ya entrada la noche, pero no podía dormirse así que se fue a dar una vuelta. Llegó hasta un riachuelo y allí la encontró: una cierva de ojos verde bosque y pelo marrón tan oscuro como la corteza de un árbol. Era la que había visto antes y ella no lo había mirado con desprecio, sino con pura curiosidad.
Se acercó a ella y cuando levantó la cabeza (pues estaba bebiendo agua del riachuelo) se saludaron con curiosidad.
Desde ese momento estuvieron hablando de muchas cosas y al final cuando el sol ya estaba saliendo por el horizonte, el ciervo le dijo:
-         ¿Sabes?, eres la primera que no me mira con desprecio ni me evita desde que nací.
-         Bueno, me encanta tu pelo y tus ojos; además, eres el ciervo más majo que he conocido. ¿Por qué debería tratarte mal?- contestó ella.
-         No lo sé, pero creo que los otros me tratan así porque soy diferente.
-         Pues ellos se lo pierden- dijo ella con una sonrisa mientras echaba a correr.
Él sacudió la cabeza, sonrió y se fue corriendo detrás de ella hacia el horizonte donde el sol ya salía.
Desde ese día el ciervo nunca más estuvo solo y además tuvo dos preciosos hijos, un cervatillo marrón como el tronco de un árbol con delicadas manchas en el lomo y una cervatilla con el pelo tan blanco que las nubes se morían de envidia ante tanta blancura. Los dos tenían unos ojos grandes y profundos; la hembra los tenía  verde bosque como su madre y su hermano negros como el azabache igual que su padre.

Moraleja: Nunca juzgues a alguien por su aspecto, nacionalidad o costumbres, antes de conocerla, porque te puedes estar perdiendo una persona increíble.

                                                                           Julia 6ºA. 


El zorro Raposo y la piñata




Un día el zorro Raposo estaba en el cumpleaños de su amigo el lobo Ringo. Estuvieron  jugando en una colchoneta hinchable. Comieron unos ricos sandwiches con coca-cola,  también patatas y  gusanitos. Cuando terminaron de merendar su madre gritó:

- ¡Vamos niños todos a  coger chuches que están muy ricas!.

 El zorro fue corriendo, cuando, de repente, al meter la mano en la piñata se le quedó atascada. Quería coger tantos caramelos que la mano no salía por el agujero de la piñata.

- ¡No puedo sacar la mano y me voy a quedar sin caramelos!- lloraba y gritaba desconsoladamente.
Su mejor amigo, el lobo, le dijo:

-Coge menos caramelos y así tu mano no se atascará.

El zorro al final reconoció que su amigo tenía razón y llenó menos su mano y así quedaron más caramelos para los demás niños del cumpleaños. Y todos disfrutaron mucho comiendo dulces.

MORALEJA: En la vida uno no tiene que ser avaricioso, debe de compartir con los demás.
      
                                           
                       
 

domingo, 19 de mayo de 2019



La Fábula del
OSO Y EL GUEPARDO

En lo alto de una pequeña colina estaba tumbado el precioso guepardo.
En ese momento apareció un enorme oso preguntando:
-¿Quién se encuentra en esta colina?
¡Yo!-dijo el guepardo con su grave voz.
-Esta colina es mía, y no puedes estar aquí. Además, tú eres bajo y sin fuerza, no como yo.
-Seré bajo y sin fuerza, pero soy rápido y bonito.
-Que seas bonito no importa a la hora de pelear.
-Ya lo sé, pero tienes envidia porque tú no lo eres.
-No tengo envidia.
-Si la tienes.
- No me enfades... - dijo el oso apretando los dientes.
-¿Quieres una pelea?
¡Sí!-exclamó el oso.
Los dos animales se pusieron a pelear, el guepardo con su gran velocidad y el oso con su fuerza.
No te muevas tan rápido-dijo el oso, sudando.

-Te estoy ganando-contestó el guepardo muy chulito.
-No puede ser, nunca nadie me ha ganado en una pelea.
-Pues yo seré el primero.
El guepardo finalmente ganó al oso con su gran rapidez. El oso le pidió perdón por haberse metido con él y acabaron siendo grandes amigos.

Moraleja: Nunca juzgues a alguien porque no sea como tú; puede ser una persona increíble.

                                                      Víctor De Castro. 6ºA




  Bosques, conejos y lobos

       En el bosque de Hidenville había todo tipo de animales, entre ellos, un lobo que solía salir de caza cada noche para llevar comida para él y su hembra. De un momento a otro decidieron hacer una fiesta en honor al esfuerzo “lobuno” invitando a todos los lobos posibles:
-¡¡¡Atención todo el mundo!!! Mañana, a las 19:30, en la AVDA. Fontaine   ÁRBOL 4.                                                 
                   ¡¡¡Una fiesta única para lobos grandes y feroces!!!
 Al  día  siguiente, llegó un conejito despistado, pequeño y adorable que dijo con voz dulce:
 -¿Puedo entrar?
-No.- Contestó el lobo a punto de meterle un bocado.
El conejito asustado se fue dando brincos.
Al cabo de una semana el conejo organizó una fiesta mejor que la del lobo, invitando a todo animal pequeño y adorable que existiera.
El lobo, intentando cazar, escuchó a muchos conejitos  cantando con voz  dulce.  Envidiando la fiesta preguntó:
            - ¿Puedo entrar un rato?
           -No. escúchame bien. Esta fiesta es para criaturas pequeñas y adorables; por tanto, no es para ti. - Dijo el conejo satisfecho.
Y el lobo se fue cabizbajo, aprendiendo la lección.
                      MORALEJA:    No hagas lo que no quieres que te hagan a ti.    
                        Salwa Catalina 6 º A