lunes, 2 de diciembre de 2019


UN PINGÜINO EXTRATERRESTRE

Un día caluroso en verano  vino el oso corriendo desde su casa para hacer un anuncio:
- Me he enterado de que ¡Viene un pingüino a la selva!
-¡Jajaja! no se lo cree nadie, un pingüino en la selva. – Dijeron todos los animales de la selva:
- Pues yo sí me lo creo. ¿Cuándo oso nos ha mentido? El siempre nos ha protegido y ahora no le creéis. Debería daros a todos vergüenza.-  Intervino  el león que venía de su siesta.
 - Tiene razón el león. ¿Pero cuando viene el pingüino?- replicaron los demás animales.
- Viene en una semana. Tenemos que darle la bienvenida, ¿no? –contestó el oso.
- ¡Si, si, si! - Gritaron los demás.
-Pues, venga. Los monos a por palos de madera; las panteras a por carbón; tú, león, vigila por si vienen y me avisas; y yo a por hojas de esta palmera.
-Ya han venido todos con el trabajo con nos pediste hecho. –Comenta el  león.
-Vale, toma estas hojas  y diles que pongan de pie los palos de madera, que aten arriba del todo las hojas que te he dado y que con el carbón escriban en las hojas” ¡BIENVENIDO PINGÜINO A LA SELVA!”- Ordenó el oso.
- Ok, ahora se lo digo a todos.
Cuando volvió el oso estaba todo hecho. Una semana después.
- Viene ¡¡¡¡ Una nave espacial!!!!!!
Sale algo. ERA UN PINGÜINO, pero no uno normal; era verde, ojos claros del color azul y las aletas rosas. ¡En vez de dos orejas tenía tres!, ¡en vez de dos ojos tenía cuatro!, ¡en vez de dos aletas tenía seis!, ¿ y en vez de dos patas tenía cinco!
- Tengo miedo!! ¿Pero esto qué es? ¡¡Nos va a comer!! –Gritaron los animales.
- ¿Es un pingüino extraterrestre!
-Hola panteras, hola monos, hola lobos, hola león y hola oso. Tranquilos, tampoco os voy a comer. Me encanta esta selva. Todo está verde y bonito. No como mi planeta, Pingüinolandia; allí todo es blanco y azul y solo tenemos animales de nuestra especie. Por eso me he venido aquí, para conocer animales y descubrir cosas interesantes de otros planetas. Bueno, ¿dónde dejo mis cosas?- Dijo el visitante.
- ¿Qué cosas?-respondió el oso.
- Pues mi pijama, mis libros; bueno, todas mis cosas.
-Donde quieras.
 Así empezó una conversación entre el pingüino y el oso que duró muchas horas.
-¿Y en qué año estamos? –peguntó el pingüino.
- Pues en el año 1119. –Respondió el oso.
- ¿Qué? ¿Cómo puede ser esto? Si yo vengo del 2019.
- Si somos listos, le restas novecientos años ¡jejeje!
- La cosa buena es que descubriré cosas del pasado.
-¿ Y qué quieres hacer ahora ?
- Pues quiero descubrir todas las cosas de la selva.
- Vale. Empezaremos por la roca de la vida. Se llama así porque, según la leyenda, esa roca revivió  al bisabuelo del  león poniéndole  encima y echándole lagrimas a su cuerpo.
- ¡Ooooh! Qué interesante.
- Sigamos. Esto es la cueva de los Dioses. Ahí vivían los dioses de la selva pero fallecieron.
- ¿Y sabes cómo se llamaban?
- Todos no me los sé pero recuerdo que dos se llamaban Semel  y Efco.
- Que nombres tan raros, ¿no?
- No tan raros. Mis tatarabuelos se llamaban Ford y Audi.
- Eso  son marcas de coches.
- ¿Que son coches?
- Son para moverte por todo el mundo solo girando el volante y apretando dos pedales, uno para frenar y el otro para acelerar.
- ¡Así que me puedo mover con eso por todo el mundo?
- Sí, muy bien. ¿Y ahora a dónde vamos?
- Vamos a lo más importante de la selva: el Monte Fu. Ahí es donde todos los animales de la selva ponen una piedra, y ahora te toca a ti.
- ¡Oh,  que guay! ¡Me encanta poner piedras en las montañas!
- Ya hemos llegado;  aquí es. Si quieres elije la piedra que te guste más y ponla en el sitio más cerca del pico de la montaña.
Pero…  el pingüino extraterrestre se cayó al suelo, no sabemos por qué, pero pasó. Todos pensaban que estaba muerto. Lo iban a enterar  pero justo se despertó y sus primeras palabras fueron:
-¿Qué hago aquí?
 -Pensábamos que estabas muerto.- Dijo el león.
 -¿Pero de qué estáis hablando? Solo me estaba recargando por que el monte me cogió todas las energías y por eso me caí al suelo. Necesito un par de horas para recargarme pero quiero terminar de poner la piedra en el pico más alto de la montaña. Solo así mis futuras generaciones se van a enterar de que yo he estado en este sitio maravilloso.
 Pasaron días y días descubriendo todas las maravillas de la selva hasta que una noche pingüino se daba cuenta de que estaba muy feliz con sus nuevos amigos pero echaba muchísimo de menos los dos colores de su corazón el blanco mas blanco que la nieve y el azul mas azul que el cielo.

  


F I N

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