jueves, 19 de diciembre de 2019


DULCE SECRETO


 

 

Avestruz vive en una cápsula espacial. Sola, solita. Vagando por el espacio en busca de nuevos alimentos que probar para su nuevo restaurante en el planeta M-1640.

Su restaurante es acuático y las sillas son nenúfares. Se sirve pescado y Avestruz es una artista, pone los peces a las brasa picantes y amargos. Pero un día se dio cuenta de que dijeron por las noticias que había cuatro sabores. ¡¡A Avestruz le faltaba uno!!

Después de unas semanas investigando, descubre que hay un planeta que lo tiene. Cerró su negocio, se montó en su nave y se fue al planeta en cuestión. El planeta que se encontró se llamaba Tierra, pero ella no lo sabía.

Cuando aterrizó, vio a unos seres que no eran como él. Entró en una tienda y vio unos productos para coger. Había un ser regalando cosas y se la comió. ¡Le encantó! Se preguntó que qué sería eso que sabía superbién. Cuando salió fuera pudo poner el traductor interespacial y leyó: CHOCOLATERÍA.

Estuvo en la Tierra varias semanas y todos los días iba a probar distintos sabores de lo que los humanos llamaban chocolate o también bombones.

Un día se le ocurrió una idea: iba a robar un millón de kilos de chocolate.

Esa noche llegó a una chocolatería que estaba cerrada y empezó a guardar todo lo que tenía chocolate. De repente empezaron a sonar las alarmas y casi le pillan; le persiguieron. Desgraciadamente, la nave espacial quedó un poco rota porque le dispararon con armas, aunque consiguió escapar.

Tras varios días de viaje, llegó a casa y abrió nuevamente su restaurante. Todos los clientes estaban muy satisfechos y finalmente mostró para que lo probasen su nuevo alimento: el chocolate. Aunque Avestruz ya lo sabía, todos dijeron: ¡ESTÁ RIQUÍSIMO!

Con la máquina especial de extraer sabores, consiguió obtener del chocolate el sabor buscado: el dulce. E indagando, indagando encontró que ese sabor venía del azúcar que tenía el chocolate.
 

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