DULCE SECRETO
Avestruz
vive en una cápsula espacial. Sola, solita. Vagando por el espacio en busca de
nuevos alimentos que probar para su nuevo restaurante en el planeta M-1640.
Su
restaurante es acuático y las sillas son nenúfares. Se sirve pescado y Avestruz
es una artista, pone los peces a las brasa picantes y amargos. Pero un día se
dio cuenta de que dijeron por las noticias que había cuatro sabores. ¡¡A
Avestruz le faltaba uno!!
Después de
unas semanas investigando, descubre que hay un planeta que lo tiene. Cerró su
negocio, se montó en su nave y se fue al planeta en cuestión. El planeta que se
encontró se llamaba Tierra, pero ella no lo sabía.
Cuando
aterrizó, vio a unos seres que no eran como él. Entró en una tienda y vio unos
productos para coger. Había un ser regalando cosas y se la comió. ¡Le encantó!
Se preguntó que qué sería eso que sabía superbién. Cuando salió fuera pudo
poner el traductor interespacial y leyó: CHOCOLATERÍA.
Estuvo en
la Tierra varias semanas y todos los días iba a probar distintos sabores de lo
que los humanos llamaban chocolate o también bombones.
Un día se
le ocurrió una idea: iba a robar un millón de kilos de chocolate.
Esa noche
llegó a una chocolatería que estaba cerrada y empezó a guardar todo lo que
tenía chocolate. De repente empezaron a sonar las alarmas y casi le pillan; le persiguieron.
Desgraciadamente, la nave espacial quedó un poco rota porque le dispararon con armas,
aunque consiguió escapar.
Tras varios
días de viaje, llegó a casa y abrió nuevamente su restaurante. Todos los
clientes estaban muy satisfechos y finalmente mostró para que lo probasen su
nuevo alimento: el chocolate. Aunque Avestruz ya lo sabía, todos dijeron: ¡ESTÁ
RIQUÍSIMO!
Con la
máquina especial de extraer sabores, consiguió obtener del chocolate el sabor buscado:
el dulce. E indagando, indagando encontró que ese sabor venía del azúcar que
tenía el chocolate.
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