EL CASTILLO Y LOS MIL
MISTERIOS.
Nos encontramos en el año cuatro mil, en un castillo
embrujado aún sin descubrir. El castillo está situado en el medio de la selva
amazónica. El único ser del planeta que conoce este castillo es un
extraterrestre de cientos de años. El
extraterrestre, llamado Gusgus, lo encontró en una de sus expediciones a la
Tierra, cuando se estrelló con su platillo volante. Gusgus pensó que estaba
habitado y no se atrevió a entrar, lo que le produjo una gran intriga: quería
saber cómo sería por dentro. Así que después de pensárselo varias veces se atrevió
a entrar.
Por dentro el castillo daba escalofríos y temblores, daba
mucho miedo. Era oscuro y el suelo crujía, daba sensación de que las paredes se
encogían cada vez más. De repente se oyó una aguda y escalofriante voz que
decía:
- Huye, huye y no vuelvas más.
Gusgus pegó un salto y salió corriendo. “¿Qué habría sido esa
voz? ¿quién sería?”, se preguntó. Tuvo que pasar la noche en su nave que estaba
rota; no pudo pegar ojo, se había quedado pensando en la voz. Al cabo de horas
y horas despierto empezó a amanecer, el día había llegado.
Y sin haber dormido tenía que arreglar su nave, pero no tenía
con qué hacerlo. Así que decidió investigar la zona para conocer el terreno y
sus habitantes, pero se llevó una gran sorpresa, todo aquel lugar era selva y
no había ni rastro de civilización. Gusgus, desconcertado, decidió volver, pero
se había alejado tanto que se había
perdido, ¡no sabía cómo regresar! Caminó durante horas y horas, pero nada, no
había manera, estaba totalmente solo y totalmente perdido. Desesperado por
regresar decidió subirse a un árbol a descansar y al día siguiente volverlo a intentar.
Pero los peligros acechaban y eso le
impedía dormir; por segunda noche consecutiva no durmió.
A la mañana siguiente se subió a la copa del árbol más alto
que encontró para ver si veía por dónde tenía que ir. Pero no vio ni rastro del
castillo, y salió por segunda vez a caminar sin rumbo. Solo y desesperado
después de caminar durante varias horas decidió parar un rato a descansar;
estaba cansado, tenía hambre, tenía sueño y no comía desde hacía días. Él ya se
daba por muerto.
De repente escuchó un ruido, tenía miedo y temía que pudieran
matarle o devorarle. Cada vez se oían más fuertes los ruidos, cada vez se
acercaba más y más. Parecía que iba a ser un bicho enorme y despiadado que le
iba a devorar en un segundo, pero lo que apareció fue un ratoncito pequeño y
con un quesito entre los dientes.
Después de haberse llevado un gran susto, sospechaba que
había algo más, no era solo el ratón, porque semejante ruido no lo podía hacer
un ratón. Apareció una estampida de monos, gorilas, serpientes… todos huían,
pero ¿de qué huirían? La intriga le corroía. Apareció una bestia enorme, pero ¿qué
era aquella bestia? ¿un gorila? No ¿un monstruo? tampoco ¿Qué podría ser? Se
subió a un árbol e intento mirar a ver si se veía a esa enorme y despiadada
bestia. Pero no vio nada. Decidió seguir el rumbo de la estampida, pero no la
alcanzó así que se puso a un lado escondido entre los arbustos y esperó.
Pasó la noche en ese mismo lugar, se sentía algo más seguro allí
así que pudo dormir unas horas. Hasta que algo interrumpió su sueño; se levantó
una fuerte corriente de aire y luego, sin darse cuenta, todo a su alrededor
estaba en llamas. ¿Qué estaba pasando? ¿Qué era lo que producía esos cambios
repentinos? Era algo raro, pero ¿Qué era?
Al cabo de unos minutos el fuego se apagó y volvió la calma.
Se puso en pie y partió de viaje por tercera vez. Pero no sabía ni a dónde se
dirigía. Decidió ir para un
lado, pero luego cambió de idea y fue hacia el otro. Así una y otra vez. Siguió
y siguió caminando, pero no encontraba nada de nada. No sabía qué hacer así que
pensó que lo mejor sería dejar de intentarlo y morir en ese mismo lugar.
Escuchó una dulce y sofisticada voz que le decía:
-No te rindas aún, queda mucho camino por delante.
Se le pasaron mil preguntas por la cabeza, pero al final
todas fueron contestadas y decidió seguir adelante. Acababa de encontrar comida,
estaba lleno y satisfecho. Era raro que ahora todo fuera tan bien. Se escuchó
un grito escalofriante y tenebroso. ¿De quién habría sido? ¿Cómo podía ser que
en aquel lugar en el que no existía la vida humana se hubiera escuchado ese
grito? Parecía que había gente, ¿Cómo podía ser? No se sabe de dónde apareció un espectro de una chica muerta, ¿Qué
estaba pasando? Daba miedo, flotaba en el aire y se tambaleaba. Gusgus estaba muerto
de miedo, estaba temblando; el espectro desapareció, ¿Qué había sido eso?
Gusgus no se lo podía creer, cerró y abrió los ojos varias veces; no se lo
podía creer, estaba delante del castillo. El espectro le había teletransportado
hasta allí. Resulta que el espectro era el que, con la voz aguda y
escalofriante le había echado. Pero aún faltaban dos cosas por arreglar: la
primera, su nave; y la segunda ¿Por qué el espectro le había ayudado?
Cuando fue a ver cómo estaba la nave y qué necesitaba para
arreglarla, vio que estaba en perfecto estado ¿Cómo? Resulta que el espectro le
había ayudado para compensarlo por el susto que le había dado.
Y ahora, ¿por qué le había ayudado en todo eso? Tenía que
averiguarlo. Lo único que quería era dejar su castillo en buenas manos y por
eso le puso todas esas pruebas. Por lo menos eso fue lo que le explicó. Apareció
una sombra, pero ésta no tenía nada que ver con el espectro. No.
¡Era la madre de Pablo! ¡Todo había sido un sueño! La madre
de Pablo iba a despertarle para desayunar e irse al colegio.
FIN.