EL VIRUS
Érase una
vez, en una ciudad llamada París, donde me encontraba yo de paso haciendo un máster de medicina, cuando escuché una
noticia en la televisión. Decía que habían encontrado un cadáver con unas
manchas de color verde; le llevaron al hospital para ver el porqué de esas
manchas. Lo estudiaron para ver que era
y resultó que era un virus muy peligroso
que se contagiaba por el aire y por el agua en cuestión de segundos y que, al
cabo de muy pocos días, podía producir la muerte de los infectados; y, en muy
poco tiempo, la gente empezó a enfermar y a ir a los hospitales. Los doctores
decidieron avisar a la población de lo que podía pasar si se ponían en contacto
con el virus y ésta no se atrevía a salir de casa por miedo a infectarse.
Pero al día
siguiente, mucha gente se sintió mal,
con mucha fiebre, dolor de cabeza y estómago y les empezó a salir unas pequeñas
manchas verdes por todo el cuerpo.
Yo,
que era médico, sabía cómo encontrar la cura y me quedé en mi casa donde tenía
un laboratorio. Después de varios días y muchísimas horas trabajando en mi
laboratorio, encontré la cura perfecta y fui al hospital con ella, donde había
varios enfermos y los probamos con ellos y funcionó.
Dimos la
noticia por la televisión para que los infectados fuesen a los hospitales para
vacunarse y poder curarse. La gente, poco a poco, fue confiando en que la
noticia que les estaban dando era real y empezó a acudir a los distintos
hospitales de la ciudad para probar este remedio que parecía milagroso, pero
que era real y, al cabo de unas semanas, la población, ya recuperada, volvió a
la normalidad.
Pasado el
tiempo me dieron el premio Nobel de Medicina por haber conseguido la cura a esa
increíble enfermedad contagiosa.
Pero al
final todo esto sólo fue un sueño…
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