NO HAY QUE TENER MIEDO
Hoy vamos a contar la historia de Juanito, un
niño asustadizo pero valiente, de ocho años y su hermano Carlitos, un niño de
seis años que, desde que su hermano le contó la historia de la mano del retrete,
no puede ni entrar en el baño.
En esta historia no hay aguerridos caballeros
que luchan para derrotar a un malvado dragón y rescatar a una dulce princesa; sin
embargo esta historia fantasmabulosa (¿Lo pillas? Fantasma+Fabulosa). Habla de
cómo dos niños pequeños logran vencer su miedo a la oscuridad, y todo ello
solitos; al menos es lo que dicen Juanito y Carlitos.
El padre de Juanito y Carlitos se quedó hasta
tarde en el trabajo y eso le impidió hacer la Inspección Fantasmagórica.
- ¿En qué
consiste?- me pregunté yo.
- ¡Ay perdón! No me he presentado. Soy
Daniel, el profesor de lengua y matemáticas de Juanito. Él me lo contó todo y
yo he creado lo que ahora mismo estáis leyendo. A lo que os decía;
La I.F., como la llaman ellos, consiste en
mirar por toda la habitación en busca de cualquier presencia oscura,
- ¿En toda?- Le pregunté yo.
- En toda, me respondió Carlitos; desde la
alfombra hasta la estantería, desde la litera donde duermen hasta la puerta;
todo, todito, todo.
Su madre estaba limpiando la casa, tendiendo
la ropa, preparando la cena para su marido, planchando la ropa…
Y eso le impidió hacer la D.O. Desinfección
de Oscuridad. Mientras Carlitos me contaba la información básica, saltó Juanito
para darme más detalles:
- La D.O. consiste en ahuyentar a todas las
criaturas oscuras; desde las brujas hasta los goblins; desde los dragones hasta
los ogros; todos, toditos, todos.
Para seguirles la corriente les pregunté si
su madre era maga o algo así y ellos me dijeron, entre carcajadas, que lo que
hacía su madre era leerles un cuento, y me dijeron que los seres oscuros odian
los cuentos y las voces de las madres; así que, cuando su madre les lee un
cuento, todos los monstruos ponen pies, patas, alas y escobas en polvorosa.
Así que esa noche durmieron en una habitación
sin inspeccionar y sin desinfectar. Mientras Juanito se mordía las uñas muerto
de miedo, Carlitos decía una y otra vez:
- “Ya veras como coja yo a uno de esos; se
van a enterar de lo que vale un peine, como pille yo a una bruja le hago tragar
su escoba.”
- “Pamplinas”- le respondía Juanito, -“eso no
es más que una sarta de mentiras.”
Eran las ocho en punto, ni un segundo más ni
uno menos, Juanito estaba en su cama, la de arriba, boca arriba y Carlitos en
la de abajo boca abajo, ¿no es irónico?
A las ocho y cuarto, minuto más minuto menos,
Carlitos se movió y miró a una silla que había al otro lado de la habitación. Espera,
lo que había allí no era una silla. “No puede ser” pensó Carlitos. Se frotó los
ojos, volvió a mirar,… En efecto, allí había la cosa más horrible, más
desagradable y más terrorífica del mundo entero conocido y por conocer: ¡un retrete!
Carlitos pegó un grito, aunque más bien
parecía un aullido.
Cuando Juanito lo oyó se asustó; una gota de
sudor frío le recorrió la espalda, su cabeza se puso a funcionar como una
máquina bien engrasada; “¿Será un hombre lobo, o será Bigfoot? ¿Y si es King
Kong?”
De repente, escuchó una vocecita. Primero era
como un susurro; luego fue tomando forma hasta que un sonoro “Socorrooooooooo”
le perforó los tímpanos. Entones Juanito se dio cuenta de que ese aullido no
era nada más y nada menos que su hermanito. Entonces Juanito hizo de tripas
corazón y empezó a bajar las escaleras de la litera; escalón, escalón, escalón, ¡pelo!
¡Juanito retiró el pie! ¡Era verdad lo que
había escuchado! ¡Allí estaba un hombre lobo, o Bigfoot o incluso King Kong!
Pero su hermanito necesitaba ayuda; mientras
pensaba en lo tanto que quería a su hermano se le iluminaron los ojos como dos estrellas.
Se armó de valor como cuando un caballero se dispone a derrotar a un dragón.
Mientras tanto Carlitos miraba fijamente el
retrete, ¡la tapa se estaba abriendo, y de ella salía…! ¡La mano del retrete!
De repente, apareció Juanito al lado de la
cama de Carlitos. Rápidamente saltó dentro de la cama, entonces los dos
empezaron a oír:“Tac, tac, tac, tac…” que venía de la ventana, los dos miraron
¡y vieron una mano!
Eran
las doce de la noche, justo cuando Mamá terminaba sus tareas y Papá llegaba del
trabajo. En ese momento Juanito y Carlitos gritaron al unísono:
“Mamáááá,papáááá”.
Una intensa luz invadió la espeluznante
habitación, ¿era un pájaro, era un avión, era Supermán? ¡No! ¡Eran Papá y Mamá!
Con los consuelos de Mamá, los regalos que
Papá había traído y la luz, todo hablaba por si mismo.
¡Todo había sido creado y desarrollado por su
imaginación!
Precioso!!! Bien escrito, atrapa.
ResponderEliminarFelicidades!!!!