EL HOSPITAL ENCANTADO
Un
puente de Mayo de hace unos años fuimos con mi familia a una casa en la sierra de Guadarrama en Madrid.
Cerca había un edificio enorme y parcialmente derruido. Me pareció, nada más
verlo, un gran castillo de cuento, una gran casa encantada. Al parecer había sido hacía muchos años un
hospital de tuberculosos. Está en la Sierra de Guadarrama subiendo por el
puerto de los Leones. Allí han habilitado unas casitas en la misma finca que
esta el hospital que en su día estuvo lleno de enfermos con tuberculosis. Aquí
estuvimos alojados mi familia y yo.
Después de curiosear por la zona un rato, jugando
con el balón, decidimos, por curiosidad, entrar en el antiguo hospital de tuberculosos. Yo soy
menos curioso que mi hermano y me costó un gran esfuerzo entrar en este lugar
medio derruido y oscuro que encontré algo peligroso, pero me decidí y entre con
él.
Al principio no ocurrió gran cosa, pero poco a poco
y después de inspeccionar salas enormes y otras salas con pasillos estrechos,
decidimos bajar unas cuantas plantas por una escalera al que la faltaban muchos
peldaños. Llegamos a una planta en la cual la luz era escasa, había muchos
escombros por el suelo; me fijé en que en el centro de la sala había una
especie de mesa muy grande y medio rota. Después me dijo mi padre que esto
podía ser una mesa de operaciones, donde se colocaban los enfermos para
operarlos, o sea que este lugar dentro del hospital eran los quirófanos… Sentí como un viento extraño dentro del lugar,
aunque el día estaba de lo más calmado, y me entró un escalofrío recorriendo mi
cuerpo. Le dije a mi hermano que nos fuéramos de allí lo más rápido posible ya
que no me gustaba esta sensación. Creo que mi hermano también la sentía pero se
hizo el fuerte y aguantó.
Decidimos avanzar unas salas más hacia adelante y
con gran valor me adelante a mi hermano, grave error porque lo que vi y sentí
en esa sala me helo el cuerpo. Cuando lo aprecié me quedé paralizado de pies a
cabeza y no supe reaccionar rápidamente.
Vi un señor mayor con una bata de color blanco muy sucia… Tenía el pelo
de color blanco y se dirigía rápidamente a otra sala contigua. Me extrañó mucho
que no dijera ni una sola palabra. Después de ver este espectro o lo que fuera
y tras quedarme paralizado, miré a mi hermano; lo que vi fue un rostro blanco
como la leche, creo que mi rostro era igual o más blanco que el de mi valiente
hermano. Pasaron unos segundos que a mí
me parecieron eternos, cuando al fin logramos reaccionar, y sin decir ni media
palabra, salimos disparados hacia la salida del edificio. Creo que no hemos
corrido más en nuestra vida… que velocidad, ni Gareth Bale (jugador del Real
Madrid) corre tanto por la banda…
Cuando salimos del edificio no paramos de correr
hasta que las fuerzas nos abandonaron. Cuando ya estábamos a una distancia
considerable paramos en seco y nos miramos a los ojos… Ninguno de los dos
sabemos explicar lo ocurrido. Cuando llegamos a casa, aunque nos daba miedo
decir lo ocurrido a nuestros padres, ya que mi padre, expresamente y
explícitamente, nos había advertido de que no se nos ocurriera ni por lo más
remoto entrar en este edificio abandonado y en ruinas por el peligro que el
edificio en sí con estas características supone…
Pero claro, a unos niños prohibirles algo que pueda
entrañar una gran aventura… Esto hace todo lo contrario, los atrae aún más…
Bueno, por fin que nos decidimos a contarlo. También
creo que por nuestras caras, que eran un
auténtico poema de terror, algo debieron
de intuir nuestros padres y por fin
decidimos contar nuestra aventura en el “Hospital abandonado de Tuberculosos”…
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