martes, 14 de mayo de 2019

Erase una vez, un conejito que vivía en una gran madriguera en un parque que era patrimonio nacional. Como nadie hacía daño al parque, tenían un gran imperio. En la madriguera vecina, vivía su mejor amigo, el topo, con el resto de topos. Todos los días quedaban para jugar por el parque. 
Un día, el conejito estaba preocupado: 


-    Creo que nuestras madrigueras se están juntando mucho. ¡Puede ser peligroso!
-    Puede que tengas razón, cada vez los túneles son más cercanos a los del otro. ¡Podría provocar un derrumbamiento!

-    Creo que nuestras madrigueras se están juntando mucho. ¡Puede ser peligroso!
-    Puede que tengas razón, cada vez los túneles son más cercanos a los del otro. ¡Podría provocar un derrumbamiento!




-    O reformarlos.-Añadió el topo.
-    No vamos a hacer eso.-Rechistaban los mayores.-¡Vosotros no sabéis!


-    ¿Qué tal estáis?-Les preguntó el castor.
-    Mal.-Le respondió el topo.-Los mayores no se creen que nuestras madrigueras se pueden caer.
-    ¿Y por qué se iban a caer?-Preguntaba interesado el castor.
-    Porque están demasiado juntas.-Respondía el conejito.-Vosotros no tenéis que preocuparos porque no vivís bajo tierra.


El castor se quedó pensativo. Entonces una sonrisa se le dibujó en la cara.
-¡Ya sé que podéis hacer!-Exclamó.-Si reforzamos los túneles con troncos que los sujeten, ¡no se caerían!
-¡Que buena idea!-Dijo el topo dando un salto de alegría.


-    Pero tenemos que convencer a los mayores.-Dijo el conejito.-No nos van a creer.
-    Pues intentémoslo. -Dijo decidido el topo.


Eso fue suficiente para convencer al conejito, y fueron a decírselo a los mayores. Tampoco les convencieron.

-    Podemos hacer una madriguera pequeña con troncos para que vean que sirve.-Propuso el castor.
-    Me parece una buena idea.-Dijo el conejito.


Así pues, entre los tres empezaron a construir su madriguera de prueba. Días más tarde, la preocupación creció entre los mayores.
-¡Uno de los túneles se ha derrumbado! Teníamos que haber hecho caso a los niños.
 Fueron a buscarles, estaban en su pequeña madriguera. Al verla se quedaron impresionados. 


-Teníamos que haberos hecho caso. ¡Hay que reformar las madrigueras con troncos!-Les dijeron los mayores.
Los pequeños aceptaron y entre todos reformaron todo con troncos y procuraron no volver a cometer el mismo error otra vez.


Moraleja:​  Puede que los peques no tengan tanta experiencia como los mayores, ¡pero también hay que oír sus ideas!

No hay comentarios:

Publicar un comentario