viernes, 10 de mayo de 2019


El ratón y el elefante

Había una vez un elefante que era muy miedoso y muy tímido y había un ratón que era muy valiente y muy atrevido.
Cuando un día iban andando el elefante casi pisa al ratón.
-Lo siento mucho, ratoncito. No era mi intención-dijo medio llorando.
-Ya, pero casi me pisas; ten más cuidado la próxima vez.
El elefante rojo de la vergüenza se fue, pero el ratón le persiguió.
-¿Cómo te llamas?-preguntó el ratón valientemente.
El elefante no quería responderle, lo pasaba muy mal cuando le hablaban porque era muy tímido.
-¡No me puedes tener miedo! Soy pequeño e indefenso. En cambio tú eres grande y valiente.
 El elefante le paró y dijo:
-Tú no me conoces.  ¿Cómo sabes si soy valiente?
-Porque eres grande y muy fuerte.
El elefante se quedó callado; no comprendía porque él tenía que ser fuerte y valiente y no podía ser tímido.
-Entonces tú no eres valiente y eres indefenso.
-Eso no es cierto. Soy muy valiente y muy fuerte-dijo furioso el ratón.
-¿A que el físico engaña?-dijo el elefante muy convencido.
-Yo daría lo que fuese por ser como tú para poder ser más grande y que la gente no se burle de mí. Y me gustaría que a veces me tuviesen miedo para quitármelos de encima.
-Pues yo daría lo que fuese por ser pequeño y pasar desapercibido, porque mis compañeros se burlan de mí por tener miedo a cosas.
-Pues no tienen razón para burlarse de ti porque este rato que he estado hablando contigo me he dado cuenta de que eres sentimental y muy comprensivo.
-Muchas gracias-dijo el elefante sonrojado- Por cierto, me llamo Kilo.
-Yo me llamo Bigotes.
-¿Podríamos ser amigos?
El ratón no se lo pensó dos veces, enseguida dijo:
-Me encantaría.
Así es como dos animales totalmente diferentes llegan a ser grandes amigos.

Moraleja: Las apariencias engañan y por muy diferente que seas a alguien no es razón para no ser su amigo.


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