El ratón y el elefante
Había una vez un
elefante que era muy miedoso y muy tímido y había un ratón que era muy valiente
y muy atrevido.
Cuando un día iban
andando el elefante casi pisa al ratón.
-Lo siento mucho,
ratoncito. No era mi intención-dijo medio llorando.
-Ya, pero casi me
pisas; ten más cuidado la próxima vez.
El elefante rojo de la vergüenza
se fue, pero el ratón le persiguió.
-¿Cómo te
llamas?-preguntó el ratón valientemente.
El elefante no quería responderle,
lo pasaba muy mal cuando le hablaban porque era muy tímido.
-¡No me puedes tener
miedo! Soy pequeño e indefenso. En cambio tú eres grande y valiente.
El elefante le paró y dijo:
-Tú no me conoces. ¿Cómo sabes si soy valiente?
-Porque eres grande y
muy fuerte.
El elefante se quedó
callado; no comprendía porque él tenía que ser fuerte y valiente y no podía ser
tímido.
-Entonces tú no eres
valiente y eres indefenso.
-Eso no es cierto. Soy
muy valiente y muy fuerte-dijo furioso el ratón.
-¿A que el físico engaña?-dijo
el elefante muy convencido.
-Yo daría lo que fuese
por ser como tú para poder ser más grande y que la gente no se burle de mí. Y
me gustaría que a veces me tuviesen miedo para quitármelos de encima.
-Pues yo daría lo que
fuese por ser pequeño y pasar desapercibido, porque mis compañeros se burlan de
mí por tener miedo a cosas.
-Pues no tienen razón
para burlarse de ti porque este rato que he estado hablando contigo me he dado
cuenta de que eres sentimental y muy comprensivo.
-Muchas gracias-dijo el
elefante sonrojado- Por cierto, me llamo Kilo.
-Yo me llamo Bigotes.
-¿Podríamos ser amigos?
El ratón no se lo pensó
dos veces, enseguida dijo:
-Me encantaría.
Así es como dos
animales totalmente diferentes llegan a ser grandes amigos.
Moraleja: Las apariencias
engañan y por muy diferente que seas a alguien no es razón para no ser su
amigo.
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