viernes, 24 de mayo de 2019
jueves, 23 de mayo de 2019
FÁBULA “EL KIWI Y EL GORRIÓN”
Por Paola García Molina 6ºA
Había una vez un kiwi y un gorrión frente a
un río caudaloso, pero con puente. El gorrión tenía pensado pasar el río por el
puente y el kiwi tenía pensado volar bien alto hasta la otra orilla, pero a
pesar de tener el plan claro ninguno se movía.
-¿Por qué estáis ahí parados?- preguntó un
pececito que pasaba por la corriente.
-Porque me he dado cuenta de que no puedo
volar, y no sé cómo pasar. Ojalá pudiera volar- dijo el kiwi.
- Yo porque me he dado cuenta de que no puedo
andar bien, y no sé cómo pasar. Ojalá pudiera andar bien- contestó el gorrión.
El pececito rió por lo bajo y siguió su
camino.
El gorrión y el kiwi se miraron de arriba
abajo.
-¡Si pudiera andar tan bien como tú, podría
pasar!- dijo al final el gorrión.
-¡Y si yo pudiera volar tan bien como tú,
podría pasar!- destacó el kiwi.
Al ver que ninguno podía pasar, decidieron
volver a sus casas y olvidarse para siempre de lo ocurrido sin todavía darse
cuenta de algunos detalles.
MORALEJA: Muchas veces nos centramos en que
si tuviéramos las cosas que tienen los demás podríamos hacer lo que nos
proponemos, sin darnos a penas cuenta de
que lo que tenemos es igual de útil.
(En la vida real, los kiwis no pueden volar y
a los gorriones les cuesta andar.)
Para las personas que viven en la sombra de
otras personas con muchas habilidades no pueden ver que ellas pueden tener muchas
más.
miércoles, 22 de mayo de 2019
La estrella y el caballito de mar
Érase
una vez, una estrella de mar que quería jugar con los caballitos de mar. Todos
los días, le preguntaba a uno de ellos:
-
¿Puedo jugar con vosotros?
Así
un día, otro, otro y otro y la respuesta del caballito de mar siempre era la
misma:
-
No, no, no y no.
Y un
día tras otro la pobre estrella de mar se iba entristecida a estar sola.
Una mañana, después de haber sido rechazada de
nuevo, empezó a pensar: <<¿Por qué siempre me rechazan?, ¿por qué no me
quieren? >>
Al día siguiente la volvieron a echar de allí
pero esta vez uno de los caballitos la siguió hasta que llegaron al escondite
de la estrella de mar y le dijo.
-Hola,
soy Lidia. Todos los días, te veo acercarte, hablar con uno de nosotros y luego
alejarte. ¿Por qué te acercas para luego tener que irte? ¿Qué te dicen para que
te vayas?
-
Pues, todos los días me acerco para preguntaros si puedo jugar o estar con
vosotros-. Pero siempre me contesta uno de vosotros lo mismo: “No”. Por eso
siempre me marcho de allí para estar sola aquí, en este maravilloso lugar que
me hace sonreír de nuevo.
-Lo
siento mucho estrella; ahora lo entiendo todo-. Tengo una idea para que
escarmiente ese caballito de mar.
-¿Ah,
sí?- le preguntó indecisa la estrella de mar.
-Sí
– le contestó el caballito de mar -. Cuando todos nos vayamos a casa les preguntaré
a los demás caballitos qué les parece lo que te hace todos los días Henry.
-¿Henry?
-Si,
el caballito que siempre te rechaza.
-¡Aaaah!
-Bien,
lo que haremos será esto: iré proponiendo
a los que les parezca injusto lo que te hace que se reúnan en el arrecife que
está cerca de tu casa mañana, un poco antes de que llegue Henry, y empezaremos
a jugar a algo. Cuando Henry se acerque tú irás y le rechazarás, ¿de acuerdo?
-Sí.
Esa
tarde la estrella se volvió a acercar y se volvió a ir pero esta vez no se fue
triste sino al contario, se fue confiada porque tenía un plan. Cuando fue la
hora de irse todos los caballitos se fueron marchando, mientras que Lidia iba
preguntándoles a todos.
-¿Os
parece bien lo que está haciendo Henry?
Y
todos la respondieron lo mismo.
-Muy
mal.
-Fatal.
-Horrible.
Y
más cosas así.
Entonces
les contó a todos su plan y accedieron a hacerlo. Al día siguiente se reunieron
todos con la estrella de mar y esta la emocionó que todos hubiesen venido.
Después la estrella propuso jugar a un pilla pilla y todos empezaron a jugar.
Lidia la ligaba primero todos se
divertían mucho.
Cuando
apareció Henry.
-¿Puedo
jugar con vosotros?- Le preguntó Henry a la estrella.
-
No- Le dijo la estrella.
Henry
puso una cara triste.
- ¿A
que sienta mal?- le preguntó la estrella a Henry.
-Sí-
le respondió.
Al
final le dejó jugar y todos se divirtieron juntos, incluso Henry.
Moraleja: No hagas a
los demás lo que no te gustaría que te hicieran a ti.
lunes, 20 de mayo de 2019
El Ciervo Blanco
Había una vez, en un frondoso bosque, un pequeño
cervatillo que acababa de nacer.
El cervatillo tenía unos grandes ojos color negro
azabache. Él era como los demás cervatillos, lo único que le diferenciaba de
ellos era que su suave pelaje era tan blanco que incluso destacaba entre la
nieve. Eso no era normal, pues todos los cervatillos eran de un color marrón
clarito con delicados puntos blancos en el lomo.
El cervatillo creció como un ciervo normal, pero nadie
quería hablar con él y se burlaban de su pelaje blanco.
Un día le preguntó a su madre:
-¿Mamá, he hecho algo mal para que nadie quiera ser mi
amigo? ¿Por qué se burlan de mi pelo?
-Tú no has hecho nada, mi amor.- le respondió con su
cálida y dulce voz- Es solo que tienen envidia de tu precioso pelaje.
Él, un poco más tranquilo, se fue en busca de un amigo.
Cuando llegó a la edad adulta y dejó de depender de su
madre, al ciervo blanco le salieron unas enormes astas para la época de celo,
pero el pobre estaba tan desesperado por encontrar un amigo o una amiga para no
sentirse tan solo que no le importaba tener o no pareja.
Cuando reunió el valor suficiente, se marchó de su hogar
para ver si en algún otro sitio podía hacer amigos.
Se recorrió todo el bosque y en ninguna de las manadas
que visitó le aceptaron tal y como era. Ya casi sin esperanza se dispuso a ir a
la última manada que le quedaba por visitar y, cuando llegó, le permitieron
quedarse unos días por cortesía.
Era ya entrada la noche, pero no podía dormirse así que
se fue a dar una vuelta. Llegó hasta un riachuelo y allí la encontró: una
cierva de ojos verde bosque y pelo marrón tan oscuro como la corteza de un
árbol. Era la que había visto antes y ella no lo había mirado con desprecio,
sino con pura curiosidad.
Se acercó a ella y cuando levantó la cabeza (pues estaba
bebiendo agua del riachuelo) se saludaron con curiosidad.
Desde ese momento estuvieron hablando de muchas cosas y
al final cuando el sol ya estaba saliendo por el horizonte, el ciervo le dijo:
-
¿Sabes?, eres la primera que no me mira con
desprecio ni me evita desde que nací.
-
Bueno, me encanta tu pelo y tus ojos; además,
eres el ciervo más majo que he conocido. ¿Por qué debería tratarte mal?-
contestó ella.
-
No lo sé, pero creo que los otros me tratan
así porque soy diferente.
-
Pues ellos se lo pierden- dijo ella con una
sonrisa mientras echaba a correr.
Él sacudió la cabeza, sonrió y se fue corriendo detrás de
ella hacia el horizonte donde el sol ya salía.
Desde ese día el ciervo
nunca más estuvo solo y además tuvo dos preciosos hijos, un cervatillo marrón como
el tronco de un árbol con delicadas manchas en el lomo y una cervatilla con el
pelo tan blanco que las nubes se morían de envidia ante tanta blancura. Los dos
tenían unos ojos grandes y profundos; la hembra los tenía verde bosque como su madre y su hermano negros
como el azabache igual que su padre.
Moraleja: Nunca
juzgues a alguien por su aspecto, nacionalidad o costumbres, antes de
conocerla, porque te puedes estar perdiendo una persona increíble.
Julia 6ºA.
El zorro Raposo y la piñata
Un día
el zorro Raposo estaba en el cumpleaños de su amigo el lobo Ringo.
Estuvieron jugando en una colchoneta
hinchable. Comieron unos ricos sandwiches con coca-cola, también patatas y gusanitos. Cuando terminaron de merendar su
madre gritó:
-
¡Vamos niños todos a coger chuches que están
muy ricas!.
El zorro fue corriendo, cuando, de repente, al
meter la mano en la piñata se le quedó atascada. Quería coger tantos caramelos
que la mano no salía por el agujero de la piñata.
- ¡No
puedo sacar la mano y me voy a quedar sin caramelos!- lloraba y gritaba
desconsoladamente.
Su
mejor amigo, el lobo, le dijo:
-Coge
menos caramelos y así tu mano no se atascará.
El
zorro al final reconoció que su amigo tenía razón y llenó menos su mano y así
quedaron más caramelos para los demás niños del cumpleaños. Y todos disfrutaron
mucho comiendo dulces.
MORALEJA:
En la vida uno no tiene que ser avaricioso, debe de compartir con los demás.
domingo, 19 de mayo de 2019
La Fábula del
OSO Y EL GUEPARDO
En lo alto
de una pequeña colina estaba tumbado el precioso guepardo.
En ese
momento apareció un enorme oso preguntando:
-¿Quién se encuentra
en esta colina?
¡Yo!-dijo el
guepardo con su grave voz.
-Esta colina
es mía, y no puedes estar aquí. Además, tú eres bajo y sin fuerza, no como yo.
-Seré bajo y
sin fuerza, pero soy rápido y bonito.
-Que seas
bonito no importa a la hora de pelear.
-Ya lo sé,
pero tienes envidia porque tú no lo eres.
-No tengo
envidia.
-Si la tienes.
- No me enfades...
- dijo el oso apretando los dientes.
-¿Quieres
una pelea?
¡Sí!-exclamó
el oso.
Los dos
animales se pusieron a pelear, el guepardo con su gran velocidad y el oso con
su fuerza.
No te muevas
tan rápido-dijo el oso, sudando.
-Te estoy ganando-contestó
el guepardo muy chulito.
-No puede
ser, nunca nadie me ha ganado en una pelea.
-Pues yo
seré el primero.
El guepardo
finalmente ganó al oso con su gran rapidez. El oso le pidió perdón por haberse
metido con él y acabaron siendo grandes amigos.
Moraleja: Nunca juzgues a alguien porque no sea como tú; puede ser una persona
increíble.
Víctor De Castro. 6ºA
Bosques, conejos y lobos
En el bosque de Hidenville había
todo tipo de animales, entre ellos, un lobo que solía salir de caza cada noche
para llevar comida para él y su hembra. De un momento a otro decidieron hacer
una fiesta en honor al esfuerzo “lobuno” invitando
a todos los lobos posibles:
-¡¡¡Atención
todo el mundo!!! Mañana, a las 19:30, en la AVDA.
Fontaine ÁRBOL 4.
¡¡¡Una fiesta única para lobos
grandes y feroces!!!
Al día
siguiente, llegó un conejito despistado, pequeño y adorable que dijo con
voz dulce:
-¿Puedo
entrar?
-No.- Contestó el lobo a punto de meterle un
bocado.
El conejito asustado se fue dando brincos.
Al cabo de una semana el conejo organizó una
fiesta mejor que la del lobo, invitando a todo animal pequeño y adorable que
existiera.
El lobo, intentando cazar, escuchó a muchos conejitos cantando con voz dulce. Envidiando la fiesta preguntó:
- ¿Puedo entrar un rato?
-No. escúchame bien. Esta fiesta es para criaturas pequeñas y adorables;
por tanto, no es para ti. - Dijo el conejo satisfecho.
Y el lobo se fue cabizbajo, aprendiendo la
lección.
MORALEJA: No hagas lo que no quieres
que te hagan a ti.
Salwa Catalina 6 º A
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