Esta imagen es de un sitio llamado Finisterre, donde está esa maravillosa playa. Es un lugar especial, es el final de un camino de 800 kilómetros por el norte de España.

Comenzamos a caminar en un pueblo de los Pirineos llamado Roncesvalles y a partir de ahí anduvimos durante 25 días a una media de 30 kilómetros diarios.

No solo lo hicimos por el reto físico de conseguir llegar hasta la meta, sino que lo más importante para nosotros fue el estar un mes alejados de las cosas normales de nuestra vida diaria y estar todo el día acompañados solo de nuestro bastón, nuestra mochila y nuestros pensamientos…..

La ruta, como todo en la vida, tiene dos caras muy diferentes; por un lado está el dolor de los pies, las agujetas, el cansancio, el hambre y la sed, pero por otro lado está el haber descubierto diferentes paisajes a diario, personas a las que nunca hubiéramos conocido y que se convierten en amigos y un montón de experiencias nuevas e inolvidables.

Al final logramos hacernos toda la ruta y allí dejamos nuestra huella, bastón y  mochila…., y con ello nuestro dolor, el cansancio y todas las dificultades pasadas y quedarnos con el recuerdo de lo vivido y aprendido para siempre….