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Hace mucho tiempo, cuando la naturaleza aun se estaba creando,
ya existían la diosa de la naturaleza Terra y la diosa de la belleza Bela. Un
día Bela quiso hablar con Terra porque quería algo en la naturaleza que la
representara. Su conversación fue la siguiente:
-Hola, buenas tardes. –Dijo Bela.
-Buenas tardes a ti, Bela.- Le
contestó Terra.
-Quería hablar contigo de un
asunto.
-Cuéntame, ¿qué ocurre?
-Veras, yo quiero algo en la naturaleza
que me represente.
-Veré qué puedo hacer.
Y
se despidieron. Terra pensaba que Bela era demasiado exigente y muy avariciosa
pero aun así decidió que realizaría su petición. Le envió una carta que decía lo siguiente:
Ese mismo día llovió y salió el sol como dijo Terra en su carta. Bela, impaciente, se apoyó en el alfeizar de su ventana esperando. Vio una especie de arco de colores y decidió escribirle una carta a Terra en la que ponía esto:
Ese mismo día llovió y salió el sol como dijo Terra en su carta. Bela, impaciente, se apoyó en el alfeizar de su ventana esperando. Vio una especie de arco de colores y decidió escribirle una carta a Terra en la que ponía esto:
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