miércoles, 6 de mayo de 2015

TRABAJO REALIZADO POR SAMUEL

EL TRASGU
 

Es un duende pequeño, muy vivaz, de gesto pícaro, cojo, muy simpático, laborioso y le encantan las travesuras. Anda siempre por la cocina, por los desvanes y por las cuadras y corrales.

Os voy a contar lo que me paso en una casa asturiana la semana Santa del año pasado. Nos fuimos a Asturias a una casita rural muy chula, de hace más de   100 años.

Ya instalados en la casa yo notaba que había alguien más, pues oía pisadas y a alguien moviendo cosas. Decidí que tenía que descubrir quien más había, así que opté por esconderme y quedarme quietecito y en silencio, misión bastante complicada para mí, pero imprescindible para descubrir quién había.

Después de horas de espionaje, vi con mis propios ojos un pequeñíiiin con cuernecillos, rabo, y cierta cojera, que me resulto muy gracioso, con los dedos de las manos larguísimos, con una blusita roja y un gorro rojo

Y con un extraño agujero en la mano izquierda

Le pedí que no se asustará, que yo quería ser su amigo, que confiará en mí, y que podíamos jugar juntos. A él le gusta estar en la cocina, al lado de la chimenea, y  si estaba de buen humor y le tratabas bien, trabajaba y ayudaba. ¡¡¡¡¡¡Qué riquíiiiiin!!!!!! Ya que es un  duende casero, coloca  las cosas en su sitio, limpia y barre la casa.

Pero lo que más le gustaba era estar por la noche conmigo. Pero, algunas veces, cuando se enfadaba le cambiaba totalmente el humor y estaba malhumorado, porque le habían  tratado mal; entonces la liaba parda….Empezaba a desordenar todo y a tirar todo lo que encontraba por la casa, haciendo travesuras en la casa, revolvía las arcas y cajones, cambiaba y rompía los  cacharros, escondía los  objetos, sacaba las vacas del establo y las llevaba al abrevadero espantando a las reses y alborotaba y gritaba.

Me puse a leer sobre mi nuevo amigo, Trasgu, y descubrir que para que no vuelva a la casa, puesto que tiene la mano agujereada y presume de dejar todo como lo encuentra, lo mejor es mandarle hacer una de éstas tres cosas:

Hacerle recoger del suelo mijo o linaza.
• Ponerle a blanquear la piel de un carnero negro.
• Ordenarle traer un cesto de agua.

El Trasgu, escrupuloso de su función, intenta recoger los granos, pero se le escapan por la mano agujereada. Al no poder hacer lo indicado, entonces avergonzado, se va para no volver. A mí me gustaba su compañía, era como tener un hermano y quizás más divertido que el que tengo, pues era graciosillo…

Lo bonito de viajar es conocer las costumbres de los pueblos a los que vamos y sus leyendas e historias y, según mi madre, también su gastronomía. Donde vayas, haz lo que veas.



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