LOLO, EL TRASGU
Y LO
DISFRUTÉIS COMO SI FUERAIS MORA O JUAN.
1. INTRODUCCIÓN
Hace mucho, pero que mucho
tiempo, en Asturias había una pareja feliz. Ella, llamada Patricia, y él, Oscar,
un día se conocieron en la librería .Pronto se casaron y tuvieron dos mellizos,
Mora y Juan. Los niños y la felizmente casada pareja vivían en una granja cerca
del pueblo. Allí los niños crecieron muy contentos junto a sus padres. Al cabo
de unos años al padre le cambiaron de puesto. Gracias a eso pudieron contratar
a unas cocineras y asistentas del hogar, para ayudar a la madre limpiando la
casa. Los niños siguieron creciendo y dejaron de ser bebes. La madre,
preocupada, un día se dio cuenta de que ya era hora de que sus pequeñines
fueran a la escuela. Ella, como era normal en esa época, no deseaba separarse
de sus hijos pero ya era hora de dejarles un poco de libertad y de darles la
oportunidad de que conocieran a más niños.
El primer día de clase llegó
y, en este caso, no fueron los niños los que no querían ir al colegio sino la
madre que no quería soltarlos. Los niños en su primer día de escuela estaban
muy contentos e hicieron muchos amigos. Pronto era hora de volver a casa pero
Juan no quería; se enganchó a un árbol y no se soltaba. Con lo que no contó fue
con que su madre le había traído su merienda favorita y sin pensárselo, se
soltó y fue corriendo hacia su madre. Ella, contenta, le abrazo y le estampo un
beso en la mejilla. Él se lo limpió y su madre se rió, pero... ¿sabéis lo que
más me gustó de ese día? Lo que más le gustó fue que la cara de adoración de la
madre al ver a sus pequeñines era preciosa.
Perdón, no me he presentado.
Soy Lolo, el trasgu de Oscar, Patricia,
Juan y Mora ¿Sabéis lo que es un trasgu? Por si no lo sabéis, es un duendecillo
que te cambia las cosas de lugar.
Volviendo al tema, esto solo
fue el principio...
2. ENFERMA
Ya habían empezado primero de Primaria. Todo iba genial. Mora, como
de costumbre, seguía mandando en su grupo de amigas y todas la seguían; un poco
raro ¿No? Para mí, seguir a una persona es no querer ser tú mismo, porque si
alguien te dice sígueme y haz lo que haga yo como Mora, yo diría que no; pero
siguiendo con el tema, Juan este curso empezó a ser el mejor jugando al fútbol.
Un día le vi y es un arte cómo juega, siempre es el único que marca en su
equipo.
Un día, la madre cayó enferma.
Los niños lloraban como magdalenas; me transmitían una tristeza increíble y ...
en ese momento me sentí como de la
familia, como si mi madre estuviera en casa tumbada ,paralizada del dolor,
sin poderse mover y toda lo familia a sus pies. Yo me entristecí y
todas los noches, cuando lo familia estaba descansando, era yo el que me pasaba
la noche en vela cuidándola porque me di cuenta en ese mismo instante
que Patricia era mi mayor tesoro,
junto a los niños y a Oscar. No es muy normal en los trasgus encariñarse con la
familia pero es que esta familia no es una cualquiera es mi familia y no iba a
dejar que les pasara nada. Desde esa
noche ya no solo bajaba todas las noches si no que todas las mañanas descansaba
un poco y cuando me despertaba iba corriendo a la habitación a ver que estaba
pasando.
Ellos no se daban cuenta de que
estaba allí pero ... me daba pena porque yo quería que me vieran, me cogieran,
me abrazaran y que jugáramos juntos. Una mañana, la madre no se despertaba. Los
niños se pusieron encima, gritaron pero no paso nada. El padre se apresuró,
cogió el teléfono y llamó al hospital. El médico llegó enseguida y les pidió
que salieran. Se me hizo eterno pero al
fin salió y le dijo a Oscar:
-Tranquilo, solo se ha desmayado. Ya
la he despertado.
Yo me alegré un montón y casi grito,
pero no podía porque me descubrirían. Todos entraron a la habitación rapidísimo
y allí estaba la madre esperándoles.
3. LA
CURUXA
La madre les recibió tosiendo pero
cogió a sus dos niños y los abrazó casi hasta matarlos. Luego les comentó que lo
que tenía que era la viruela y todos se quedaron boquiabiertos al oírlo. Yo no
me sorprendí ya que es normal tenerla,
pero lo que admito es que me asuste bastante. Al día siguiente la madre
se pasó el día durmiendo y los niños con el padre se llevaron tres sillas para
sentarse y comieron junto a ella. A mí todo eso me transmitía felicidad
y mucho cariño hacia la familia. Ese sentimiento es lo mejor que podéis
sentir en vuestras vidas; os lo recomiendo. Llegó el lunes y los niños se
fueron al colegio y dejaron a su madre en casa con su padre que pidió un día de
permiso en el trabajo. Yo no me separé de la habitación ni un instante porque
si me voy a lo mejor pasa algo y no me lo perdonaría. Los siguiente tres días
fueron igual que el primero; a Patricia no se le notaban mejoras y cada vez se
notaba más tristeza en la casa y yo sentía que la iba a perder y no quería pero
¿Qué podía hacer?
Solo había una opción, dejarme ver;
pero si eso ocurría me podrían matar o incluso mandarme a que me investigaran.
No había más que elegir, yo seguía de incógnito. La mañana siguiente se levantaron
los niños y fueron a donde me encontraba, que era lógico, la habitación de la
madre. Oscar también se encontraba allí ,junto a Patricia que pálida del dolor.
Los niños se preocuparon bastante, no querían que le pasara nada a su madre. De
repente, me di cuenta de que los niños y el padre estaban asomados a la
ventana.
-¡Había una curuxa! - Balbucee a la vez que lo decía.
Rompieron a llorar todos, hasta la
madre, porque si una curuxa pasa al lado de un enfermo significa que...
4. EL TRASGU
¡Va a morir!
No podía aguantar
ese dolor e hice la peor cosa que podía hacer;¡Salir!
Toda mi familia se
quedó boquiabierta ante una sombra como un duendecillo que cada vez estaba más
cerca. Por si acaso no lo habéis entendido, la sombra soy yo. Bueno, cuando ya
estaba frente a ellos, no sé por qué pero gritaron a la vez:
-¡Nuestra
salvación!
Y de inmediato el padre
preguntó:
-¿Nos puedes ayudar,
verdad?
Como salí, era para
ayudarles, es lógico, y contesté:
-Claro, conozco el
remedio a su enfermedad.
-Ah, ¿y cuál es? -Dijo
Oscar con cara de esperanza.
-Mosquitas doradas.
-Contesté yo pensativo.
-¿Quéeeeeee? -Preguntó
Mora.
-Es una flor,
difícil de encontrar, que cura la
viruela.
-Como una planta
curativa. -Dijo la madre casi sin voz.
-Exacto, pero antes
de partir a por ella necesito dos pequeños ayudantes. -Comenté para que los
niños se apuntaran a la aventura.
-¡Nosotros! -Gritó
encantado Juan.
-Vale, pues que así
sea; mañana partiremos a las montañas a por la planta. Pero tenéis que
descansar.
-Vale
-¡Bien!
-¡Chachi!
Festejaron la
familia feliz.
A la mañana
siguiente se despertaron, se vistieron como si fueran de acampada y salimos.
-¿Dónde está la
planta? -Preguntó curiosa Mora.
-En esa montaña, el
Naranco de Bulnes.
-Vale. -Contestó
Mora.
Yo me temía que
apareciera algún monstruo pero estábamos en el pico y no había nada ni
nadie. Ni la planta, ni ninguna persona, monstruo o algo raro. De repente, vi que la curuxa se
acercaba a nosotros y se posó en Juan. La pregunté:
-¿Sabes dónde está
la flor mosquitas doradas?
Ella me contestó de
inmediato:
-En el mundo
fantástico ¿Por qué lo dices?
-La necesitamos
¿Nos podrías llevar hasta la nube del mundo fantástico?
-Claro, subíos a mi
lomo. Me haré más grande; esperad. Ya está; subíos.
Y los tres subimos
en su lomo y salimos volando al mundo fantástico.
5. EL MUNDO FANTÁSTICO
Cuanto más subíamos, más cielo
veíamos y el paisaje más bonito era. Casi al lado de la nube me ilusioné porque
cuando era pequeño nací en esa nube, me crié en esa nube y después fui a la
tierra. Casi me pongo a llorar con la nostalgia. Sentía mariposas en el
estomago y a la vez mucha alegría. Ya estábamos frente a la nube, bajamos y la
curuxa se hizo pequeña de nuevo.
-Y... ahora ¿Qué hacemos? -Dije yo
deseando que dijera caminar tres minutos pero Sara, la curuxa, dijo:
-Hay que pasar por el puente
custodiado por la fiera Cuprecia ,pasar por el laberinto y llegar el jardín de
las mosquitas doradas.
-¿Qué es una fiera Cuprecia? -Pregunto
Mora atemorizada.
-Es un tipo de monstruo con cara de
león, cola, cuernos y cuatro mamas. -Contesté yo haciéndome el listo.-Que,
además, asusta a los niños; por eso es difícil pasar. Aquella persona que no
grite al verla podrá pasar. -Completó Sara mi frase.
-No lo vamos a hacer ¡Con lo
miedosos que somos! -Comentaron los niños sin pensar.
-Si no lo hacéis, no salvaréis a
vuestra madre. Si yo fuera vosotros, al
menos lo intentaría. -Dijo la curuxa intentando convencerles.
Los niños dijeron lo siguiente:
-Si no hay otro remedio, que no lo hay, vale.
Y llegó el momento de ir en busca del
puente. Yo sabía dónde estaba, me puse al mando y les dirigí.
-¿Estáis listos para ver a la fiera
más horripilante del mundo? -Dije con voz tenebrosa.
-¡No, yo me voy de aquí ahora mismo!
-Exclamo Juan intentando irse, pero no lo consiguió.
-¿Vas a dejar que tu pobre madre
muera? -Pregunté yo intentando convencerle.
-Bueno, vale lo intentare.
Salimos y... de repente
-¡Aaaaaaaaaaaaaaaaah!
¡Era Mora!, ¿qué podíamos hacer? Pero,
se me encendió la bombilla.
-Perdone las molestias. Ha sido mi
hermano que va detrás nuestro ¿Nos deja pasar?
-No, si yo oigo ¡aaah! ,nadie pasa
este puente. -Dijo la fiera Cuprecia enfadada.
-¿Y si te demostramos que no te
tenemos miedo? -Dijo Juan que, a pesar de todo, no tuvo miedo.
Es bastante raro porque él siempre
es el que se suele asustar; pero siguiendo con el tema.
-¿Cómo me lo podríais demostrar?
Trato de despistarnos para que no
pasáramos la fiera Cuprecia y entonces dije muy orgulloso:
-Si te tienen miedo, no se subirán
encima de ti. ¿Te sirve?
-Vale. Venga niños, subíos si no
tenéis miedo.
Y los niños se subieron y pasaron el
puente junto a Sara y a mí.
Ahora vamos al laberinto. Cuando
estábamos en la puerta había un cartel que decía:
QUIEN AQUÍ ENTRA Y NO PIENSA, AQUÍ
SE QUEDA SIN PENSAR.
Que suerte que este mensaje era tan
fácil, que no hizo falta descifrarlo.
Llegamos al laberinto y Mora se dio
cuenta que era muy sencillo; lo único que había que hacer para terminar, era la
silueta de la planta mosquitas doradas y menos mal que después de un rato
conseguimos salir y nos dirigimos hacia el jardín.
6. LA CURA
Al cabo de un rato llegamos al
jardín y cogimos dos mosquitas doradas,
una para la madre y otra por si acaso se
necesitaba.
Hicimos otra vez el camino pero esta
vez al revés y todo fue facilísimo, excepto el laberinto del que no podíamos
salir y nos girábamos a un lado, pared al otro, pero gracias a
Sara que podía volar lo hicimos
en veinte minutos.
Cuando estábamos a punto de partir,
les pregunté si podíamos ir a ver a mi familia de trasgus y dijeron que por
supuesto. Cuando llegamos a mi casa estaba mi madre, con mi hermana y mi padre.
Les saludé y les presenté a mi familia de la tierra y nos ofrecieron un té.
Estuvimos charlando un rato pero
teníamos que darnos prisa y, como no me quería separar de ellos, les ofrecí
venir conmigo a la tierra .Ellos dijeron que lo sentían pero no podían. Entonces
los niños dijeron
-Venga, si es por nosotros no es
preocupéis, que nosotros le queremos mucho a su hijo o hermano ,y por tener
tres trasgus mas en la casa que nos hagan reír no pasa nada. Además, mi padre
va a hacer una habitación a Lolo. Si venís, vosotros también tendréis una. ¿Qué
decís?
-Bueno, vale. Si lo tenéis todo
listo y Lolo quiere que vayamos con vosotros, encantados. -Dijo la madre
emocionada.
-Sí, vale. Venís con Mora, Juan ,
Sara y, por supuesto, conmigo.
Salimos de casa a toda prisa y la
curuxa se hizo enorme de nuevo. Luego bajamos del lomo de Sara y llegamos andando hasta mi casa y les
presenté a Patricia y Oscar, mientras Mora y Juan hacían la bebida con Sara.
Patricia se la bebió y al día
siguiente estaba como nueva. Al final viví con mis dos familias feliz y a
gusto.
Padres de Lolo. Hermana de Lolo.
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