domingo, 31 de mayo de 2015
lunes, 18 de mayo de 2015
jueves, 14 de mayo de 2015
domingo, 10 de mayo de 2015
CANTARES DE CIEGO
Emprendemos un nuevo reto: rememorar los Cantares de Ciego.
Uno de los contenidos que desarrollamos en el área de Lengua fue el Romance.
Les propuse a los chicos recuperar y recrear la forma en que eran cantados en
las plazas de los pueblos por los ciegos que, con ellos, se ganaban la vida.
Le expliqué en qué consistía esta actividad literaria popular
y les animé a crear historias rimadas, a que las representaran con dibujos como
se hacía en los pliegos de cordel, y a que los entonaran para sus compañeros.
Saben que es algo que se perdió en el tiempo, pero también hablamos
de que hoy hay quien cuenta historias rimadas acompañadas por un formato
musical muy cercano a los alumnos: el Rap.
Les dejé libres para que crearan teniendo en cuenta que
debían respetar los elementos básicos de los Cantares de Ciego y esto es lo que
surgió. Hay una parte escrita e ilustrada que es el cuerpo de la obra; alguno
se animó a ponerle melodía, en unos casos recreando las viejas cantinelas y en
otros, las nuevas.
Espero que disfruten una vez más del ingenio de los chicos
de sexto.
TRABAJO REALIZADO POR NEREA
ESPERO QUE OS GUSTE MUCHO
Padres de Lolo. Hermana de Lolo.
LOLO, EL TRASGU
Y LO
DISFRUTÉIS COMO SI FUERAIS MORA O JUAN.
1. INTRODUCCIÓN
Hace mucho, pero que mucho
tiempo, en Asturias había una pareja feliz. Ella, llamada Patricia, y él, Oscar,
un día se conocieron en la librería .Pronto se casaron y tuvieron dos mellizos,
Mora y Juan. Los niños y la felizmente casada pareja vivían en una granja cerca
del pueblo. Allí los niños crecieron muy contentos junto a sus padres. Al cabo
de unos años al padre le cambiaron de puesto. Gracias a eso pudieron contratar
a unas cocineras y asistentas del hogar, para ayudar a la madre limpiando la
casa. Los niños siguieron creciendo y dejaron de ser bebes. La madre,
preocupada, un día se dio cuenta de que ya era hora de que sus pequeñines
fueran a la escuela. Ella, como era normal en esa época, no deseaba separarse
de sus hijos pero ya era hora de dejarles un poco de libertad y de darles la
oportunidad de que conocieran a más niños.
El primer día de clase llegó
y, en este caso, no fueron los niños los que no querían ir al colegio sino la
madre que no quería soltarlos. Los niños en su primer día de escuela estaban
muy contentos e hicieron muchos amigos. Pronto era hora de volver a casa pero
Juan no quería; se enganchó a un árbol y no se soltaba. Con lo que no contó fue
con que su madre le había traído su merienda favorita y sin pensárselo, se
soltó y fue corriendo hacia su madre. Ella, contenta, le abrazo y le estampo un
beso en la mejilla. Él se lo limpió y su madre se rió, pero... ¿sabéis lo que
más me gustó de ese día? Lo que más le gustó fue que la cara de adoración de la
madre al ver a sus pequeñines era preciosa.
Perdón, no me he presentado.
Soy Lolo, el trasgu de Oscar, Patricia,
Juan y Mora ¿Sabéis lo que es un trasgu? Por si no lo sabéis, es un duendecillo
que te cambia las cosas de lugar.
Volviendo al tema, esto solo
fue el principio...
2. ENFERMA
Ya habían empezado primero de Primaria. Todo iba genial. Mora, como
de costumbre, seguía mandando en su grupo de amigas y todas la seguían; un poco
raro ¿No? Para mí, seguir a una persona es no querer ser tú mismo, porque si
alguien te dice sígueme y haz lo que haga yo como Mora, yo diría que no; pero
siguiendo con el tema, Juan este curso empezó a ser el mejor jugando al fútbol.
Un día le vi y es un arte cómo juega, siempre es el único que marca en su
equipo.
Un día, la madre cayó enferma.
Los niños lloraban como magdalenas; me transmitían una tristeza increíble y ...
en ese momento me sentí como de la
familia, como si mi madre estuviera en casa tumbada ,paralizada del dolor,
sin poderse mover y toda lo familia a sus pies. Yo me entristecí y
todas los noches, cuando lo familia estaba descansando, era yo el que me pasaba
la noche en vela cuidándola porque me di cuenta en ese mismo instante
que Patricia era mi mayor tesoro,
junto a los niños y a Oscar. No es muy normal en los trasgus encariñarse con la
familia pero es que esta familia no es una cualquiera es mi familia y no iba a
dejar que les pasara nada. Desde esa
noche ya no solo bajaba todas las noches si no que todas las mañanas descansaba
un poco y cuando me despertaba iba corriendo a la habitación a ver que estaba
pasando.
Ellos no se daban cuenta de que
estaba allí pero ... me daba pena porque yo quería que me vieran, me cogieran,
me abrazaran y que jugáramos juntos. Una mañana, la madre no se despertaba. Los
niños se pusieron encima, gritaron pero no paso nada. El padre se apresuró,
cogió el teléfono y llamó al hospital. El médico llegó enseguida y les pidió
que salieran. Se me hizo eterno pero al
fin salió y le dijo a Oscar:
-Tranquilo, solo se ha desmayado. Ya
la he despertado.
Yo me alegré un montón y casi grito,
pero no podía porque me descubrirían. Todos entraron a la habitación rapidísimo
y allí estaba la madre esperándoles.
3. LA
CURUXA
La madre les recibió tosiendo pero
cogió a sus dos niños y los abrazó casi hasta matarlos. Luego les comentó que lo
que tenía que era la viruela y todos se quedaron boquiabiertos al oírlo. Yo no
me sorprendí ya que es normal tenerla,
pero lo que admito es que me asuste bastante. Al día siguiente la madre
se pasó el día durmiendo y los niños con el padre se llevaron tres sillas para
sentarse y comieron junto a ella. A mí todo eso me transmitía felicidad
y mucho cariño hacia la familia. Ese sentimiento es lo mejor que podéis
sentir en vuestras vidas; os lo recomiendo. Llegó el lunes y los niños se
fueron al colegio y dejaron a su madre en casa con su padre que pidió un día de
permiso en el trabajo. Yo no me separé de la habitación ni un instante porque
si me voy a lo mejor pasa algo y no me lo perdonaría. Los siguiente tres días
fueron igual que el primero; a Patricia no se le notaban mejoras y cada vez se
notaba más tristeza en la casa y yo sentía que la iba a perder y no quería pero
¿Qué podía hacer?
Solo había una opción, dejarme ver;
pero si eso ocurría me podrían matar o incluso mandarme a que me investigaran.
No había más que elegir, yo seguía de incógnito. La mañana siguiente se levantaron
los niños y fueron a donde me encontraba, que era lógico, la habitación de la
madre. Oscar también se encontraba allí ,junto a Patricia que pálida del dolor.
Los niños se preocuparon bastante, no querían que le pasara nada a su madre. De
repente, me di cuenta de que los niños y el padre estaban asomados a la
ventana.
-¡Había una curuxa! - Balbucee a la vez que lo decía.
Rompieron a llorar todos, hasta la
madre, porque si una curuxa pasa al lado de un enfermo significa que...
4. EL TRASGU
¡Va a morir!
No podía aguantar
ese dolor e hice la peor cosa que podía hacer;¡Salir!
Toda mi familia se
quedó boquiabierta ante una sombra como un duendecillo que cada vez estaba más
cerca. Por si acaso no lo habéis entendido, la sombra soy yo. Bueno, cuando ya
estaba frente a ellos, no sé por qué pero gritaron a la vez:
-¡Nuestra
salvación!
Y de inmediato el padre
preguntó:
-¿Nos puedes ayudar,
verdad?
Como salí, era para
ayudarles, es lógico, y contesté:
-Claro, conozco el
remedio a su enfermedad.
-Ah, ¿y cuál es? -Dijo
Oscar con cara de esperanza.
-Mosquitas doradas.
-Contesté yo pensativo.
-¿Quéeeeeee? -Preguntó
Mora.
-Es una flor,
difícil de encontrar, que cura la
viruela.
-Como una planta
curativa. -Dijo la madre casi sin voz.
-Exacto, pero antes
de partir a por ella necesito dos pequeños ayudantes. -Comenté para que los
niños se apuntaran a la aventura.
-¡Nosotros! -Gritó
encantado Juan.
-Vale, pues que así
sea; mañana partiremos a las montañas a por la planta. Pero tenéis que
descansar.
-Vale
-¡Bien!
-¡Chachi!
Festejaron la
familia feliz.
A la mañana
siguiente se despertaron, se vistieron como si fueran de acampada y salimos.
-¿Dónde está la
planta? -Preguntó curiosa Mora.
-En esa montaña, el
Naranco de Bulnes.
-Vale. -Contestó
Mora.
Yo me temía que
apareciera algún monstruo pero estábamos en el pico y no había nada ni
nadie. Ni la planta, ni ninguna persona, monstruo o algo raro. De repente, vi que la curuxa se
acercaba a nosotros y se posó en Juan. La pregunté:
-¿Sabes dónde está
la flor mosquitas doradas?
Ella me contestó de
inmediato:
-En el mundo
fantástico ¿Por qué lo dices?
-La necesitamos
¿Nos podrías llevar hasta la nube del mundo fantástico?
-Claro, subíos a mi
lomo. Me haré más grande; esperad. Ya está; subíos.
Y los tres subimos
en su lomo y salimos volando al mundo fantástico.
5. EL MUNDO FANTÁSTICO
Cuanto más subíamos, más cielo
veíamos y el paisaje más bonito era. Casi al lado de la nube me ilusioné porque
cuando era pequeño nací en esa nube, me crié en esa nube y después fui a la
tierra. Casi me pongo a llorar con la nostalgia. Sentía mariposas en el
estomago y a la vez mucha alegría. Ya estábamos frente a la nube, bajamos y la
curuxa se hizo pequeña de nuevo.
-Y... ahora ¿Qué hacemos? -Dije yo
deseando que dijera caminar tres minutos pero Sara, la curuxa, dijo:
-Hay que pasar por el puente
custodiado por la fiera Cuprecia ,pasar por el laberinto y llegar el jardín de
las mosquitas doradas.
-¿Qué es una fiera Cuprecia? -Pregunto
Mora atemorizada.
-Es un tipo de monstruo con cara de
león, cola, cuernos y cuatro mamas. -Contesté yo haciéndome el listo.-Que,
además, asusta a los niños; por eso es difícil pasar. Aquella persona que no
grite al verla podrá pasar. -Completó Sara mi frase.
-No lo vamos a hacer ¡Con lo
miedosos que somos! -Comentaron los niños sin pensar.
-Si no lo hacéis, no salvaréis a
vuestra madre. Si yo fuera vosotros, al
menos lo intentaría. -Dijo la curuxa intentando convencerles.
Los niños dijeron lo siguiente:
-Si no hay otro remedio, que no lo hay, vale.
Y llegó el momento de ir en busca del
puente. Yo sabía dónde estaba, me puse al mando y les dirigí.
-¿Estáis listos para ver a la fiera
más horripilante del mundo? -Dije con voz tenebrosa.
-¡No, yo me voy de aquí ahora mismo!
-Exclamo Juan intentando irse, pero no lo consiguió.
-¿Vas a dejar que tu pobre madre
muera? -Pregunté yo intentando convencerle.
-Bueno, vale lo intentare.
Salimos y... de repente
-¡Aaaaaaaaaaaaaaaaah!
¡Era Mora!, ¿qué podíamos hacer? Pero,
se me encendió la bombilla.
-Perdone las molestias. Ha sido mi
hermano que va detrás nuestro ¿Nos deja pasar?
-No, si yo oigo ¡aaah! ,nadie pasa
este puente. -Dijo la fiera Cuprecia enfadada.
-¿Y si te demostramos que no te
tenemos miedo? -Dijo Juan que, a pesar de todo, no tuvo miedo.
Es bastante raro porque él siempre
es el que se suele asustar; pero siguiendo con el tema.
-¿Cómo me lo podríais demostrar?
Trato de despistarnos para que no
pasáramos la fiera Cuprecia y entonces dije muy orgulloso:
-Si te tienen miedo, no se subirán
encima de ti. ¿Te sirve?
-Vale. Venga niños, subíos si no
tenéis miedo.
Y los niños se subieron y pasaron el
puente junto a Sara y a mí.
Ahora vamos al laberinto. Cuando
estábamos en la puerta había un cartel que decía:
QUIEN AQUÍ ENTRA Y NO PIENSA, AQUÍ
SE QUEDA SIN PENSAR.
Que suerte que este mensaje era tan
fácil, que no hizo falta descifrarlo.
Llegamos al laberinto y Mora se dio
cuenta que era muy sencillo; lo único que había que hacer para terminar, era la
silueta de la planta mosquitas doradas y menos mal que después de un rato
conseguimos salir y nos dirigimos hacia el jardín.
6. LA CURA
Al cabo de un rato llegamos al
jardín y cogimos dos mosquitas doradas,
una para la madre y otra por si acaso se
necesitaba.
Hicimos otra vez el camino pero esta
vez al revés y todo fue facilísimo, excepto el laberinto del que no podíamos
salir y nos girábamos a un lado, pared al otro, pero gracias a
Sara que podía volar lo hicimos
en veinte minutos.
Cuando estábamos a punto de partir,
les pregunté si podíamos ir a ver a mi familia de trasgus y dijeron que por
supuesto. Cuando llegamos a mi casa estaba mi madre, con mi hermana y mi padre.
Les saludé y les presenté a mi familia de la tierra y nos ofrecieron un té.
Estuvimos charlando un rato pero
teníamos que darnos prisa y, como no me quería separar de ellos, les ofrecí
venir conmigo a la tierra .Ellos dijeron que lo sentían pero no podían. Entonces
los niños dijeron
-Venga, si es por nosotros no es
preocupéis, que nosotros le queremos mucho a su hijo o hermano ,y por tener
tres trasgus mas en la casa que nos hagan reír no pasa nada. Además, mi padre
va a hacer una habitación a Lolo. Si venís, vosotros también tendréis una. ¿Qué
decís?
-Bueno, vale. Si lo tenéis todo
listo y Lolo quiere que vayamos con vosotros, encantados. -Dijo la madre
emocionada.
-Sí, vale. Venís con Mora, Juan ,
Sara y, por supuesto, conmigo.
Salimos de casa a toda prisa y la
curuxa se hizo enorme de nuevo. Luego bajamos del lomo de Sara y llegamos andando hasta mi casa y les
presenté a Patricia y Oscar, mientras Mora y Juan hacían la bebida con Sara.
Patricia se la bebió y al día
siguiente estaba como nueva. Al final viví con mis dos familias feliz y a
gusto.
Padres de Lolo. Hermana de Lolo.
FIN
sábado, 9 de mayo de 2015
TRABAJO REALIZADO POR JORGE
FIN
LAS TRAVESURAS DEL TRASGU
En un pequeño pueblo de las montañas Asturianas, vivía
un matrimonio de campesinos llamados Juan y María. Tenían dos rebaños, uno de
vacas y otro de ovejas.
Habitaban
en una humilde choza de piedra y madera construida por ellos mismos.
Nunca
se quejaban de lo que tenían y eso que no era mucho, y aunque vivían alejados del poblado, bajaban todos los días
para vender la leche y el queso que
ellos mismos hacían. Con el dinero que obtenían compraban las cosas que
necesitaban y el resto lo ahorraban guardándolo en un pequeño bote que escondían junto a la única joya que
tenían (un pequeño colgante de oro que perteneció a la madre de María). El
escondite era un pequeño agujero poco profundo que habían hecho en su
habitación y que cubrían con un trozo de madera
y unas piedras encima.
Al
lado de su cama tenían una pequeña mesa con dos cajones en los que guardaban la
ropa de cada uno.
Todos los días eran iguales, se levantaban muy
temprano, y después de desayunar iban a ordeñar y dar de comer a las vacas y
ovejas, cuando tenían los establos limpios regaban la huerta y recolectaban lo
que ya estaba maduro.
Después
bajaban al pueblo a vender la leche y cuando volvían preparaban juntos la
comida.
Por
las tardes, mientras María se quedaba en casa lavando la ropa, Juan llevaba al ganado a pastar al campo.
Después
de cenar les gustaba quedarse junto a la lumbre un rato antes de acostarse.
Un día, cuando María iba a hacer el desayuno, no
encontró la sartén en su sitio y por mucho que pensaba que podía haber hecho con
ella, no logró recordar nada. Estaba segura de que la dejó en su sitio. Buscó
por toda la casa y por fin la encontró en el sitio más insospechado, ¡El cajón
de la ropa!
- ¡Menudo despiste que tengo!-Pensó.
Al llegar la tarde fue a coger el cubo para lavar la
ropa que solía dejar debajo de la mesa de la cocina, y cuál fue su sorpresa
cuando no lo encontró. No podía
creérselo. Ella siempre había sido muy organizada y no solía cambiar las cosas
de sitio.
Durante la cena le contó a Juan lo que le había
pasado, pero no le dieron mucha importancia.
En los días siguientes continuaron pasando cosas
extrañas, María no podía creérselo, se pasaba el día entero buscando cosas que
no estaban en su sitio y que ni ella ni
Juan recordaban haber movido
Juan estaba un poco preocupado por la salud de María y
le propuso ir al médico para quedarse más tranquilos.
El médico la examinó y vio que estaba perfectamente, y
les dijo que no le dieran importancia que todo el mundo se despistaba alguna
vez.
Fueron a casa dispuestos a olvidarse de lo que les
había pasado en los últimos días y seguir con su vida normal. Después de comer,
Juan se fue al establo para llevar a las vacas y ovejas a pastar y volvió
corriendo y gritando ¡Las ovejas no están!
¡La puerta esta rota!
Alguien las había soltado, y Juan le dijo a
María que una trastada así solo podía provenir de ‘El Trasgu’, que es un duende de orejas picudas con un agujero en su mano izquierda, vestido
con casacas y polainas, y siempre llega un gorro rojo como el tomate. Es muy
listo y por eso solo sale por las noches, cuando todos duermen, y aprovecha
para hacer todas las travesuras que se le ocurren y comer lo que le apetece,
sobre todo le gusta el arroz con leche.
Un día, cuando se levantaron, al ir a coger dinero de su escondite vieron
que el bote no estaba. Era todo lo que tenían y buscaron por toda la casa hasta
que por fin lo encontraron dentro del cubo
que guardaban debajo de la mesa de la cocina.
Estaban ya hartos, la situación no podía seguir así. Bajaron
al pueblo a preguntar cómo podían librarse del Trasgu, pero nadie lo sabía.
Por
fin, un sabio del pueblo les dijo que había tres formas de librarse para
siempre de él.
La primera es extender linaza o mijo por el
suelo y que lo recoja, la segunda es pedirle que ponga blanca una pelleja de
carnero negro y la tercera, y última, es pedirle que traiga un paxu (una cesta)
lleno de agua de mar.
Ellos decidieron que lo más sencillo era pedirle que
pusiera blanca la pelleja de un carnero negro
y así hicieron. Tan pronto como llegaron a casa gritaron por todos los
rincones la petición y, de repente, el Trasgu salió de su escondite muy
enfadado y se fue.
Desde ese instante María y Juan no volvieron a verle y
tuvieron las cosas ordenadas donde las dejaban siempre.
FIN
miércoles, 6 de mayo de 2015
TRABAJO REALIZADO POR SAMUEL
Fin
EN UNA ALDEA DE GALICIA
Que yo
recuerde, cuando más miedo he pasado en mi vida fue un viaje que hicimos a
Galicia para asistir a un bautizo. Estuvimos hospedados en una zona dónde solo
había dos casitas, un pueblo fantasma, aldeas despobladas, rodeado de un bosque;
no había mucha gente, solo bosque y los
demás invitados al bautizo. No había
mucha iluminación, no había señal de tv o radio, tampoco de móvil. Cuando
anochecía, una obscuridad cubría todo y no se podía ver nada más lejos de 2
metros.
La primera
noche, dormimos mi hermano y yo en una habitación en buhardilla. Empezamos a
oír aullar a los lobos y teníamos tanto miedo. Parecía que los teníamos en la
puerta de la habitación. No nos atrevimos a salir en toda la noche, estábamos
rodeados de lobos. Nunca en mi vida he pasado más miedo. Nos asomábamos por la
ventana y los veías, como acechándonos.
Con nosotros estaba un amigo de la familia,
un chico mayor que nosotros, Jaime, de
unos 13 años, que veraneaba en una de las dos casas que había. En una ocasión,
al atardecer, nos llevó de excursión
porque nunca habíamos estado ahí y queríamos ver un lago que había más arriba. Al ir, nos quedamos ahí charlando; sin darnos cuenta nos agarró la noche y no
podíamos volver por lo obscuro que estaba. Empezamos a caminar de regreso
tranquilamente y en silencio, cuando
escuchamos que algo gruñó. Los tres al mismo
tiempo, nuestro nuevo amigo, mi hermano y yo,
nos quedamos parados y en ese momento escuchamos un segundo gruñido pero
más cerca. Todos comenzamos a buscar palos o piedras, lo primero que cayera en
nuestras manos. Yo solo encontré un par de piedras; los demás ya tenían palos viejos
y secos con que defenderse pero yo no encontré ninguno. En eso, mi amigo me
dijo que se movía algo y era verdad; algo que no alcanzamos a oír acercarse se
había movido, estaba a un lado de nosotros y no lo habíamos visto o escuchado. Corrió
a gran velocidad cuando se dio cuenta que lo vimos, pero parecía un lobo. Creí que era un lobo o un zorro. En mi vida he
corrido más, no veíamos a penas nada, pero creo que la buena suerte nos acompañó
y no sé cómo pero pudimos llegar a casa. Por Dios, que miedo!!!!!!!
La segunda
noche decidimos quedarnos en casa al calor de la chimenea, pero nuestro amigo
nos empezó a contar historias de la zona. Al parecer hay una leyenda de un
hombre lobo que vive en el bosque que
estuvimos. Todos hemos oído la leyenda del hombre lobo, lo hemos visto en el
cine y en la televisión, pero que te la cuenten en esa casa, oyendo a los
lobos, a penas con luz, con velas y el fuego, os prometo que es para salir
corriendo….y además Jaime lo vivía. Mi hermano y yo creo que hasta tiritábamos.
Empezó a
contarnos que hace mucho tiempo existió un hombre que trabajaba en una oficina
con máquinas. Un día llegó a su casa y tomó su té con galletitas de todas las
tardes, luego decidió ir al bosque a tomar aire.
De pronto, estando en el bosque, vio que algo se movía, fue a ver que era y se encontró con un lobo, éste se lanzo hacia él. Empezaron a pelear y en medio de la lucha el lobo lo ¡mordió! El hombre le pegó una patada y huyó a su casa. Al llegar, se durmió. Al día siguiente fue al trabajo.
De pronto, estando en el bosque, vio que algo se movía, fue a ver que era y se encontró con un lobo, éste se lanzo hacia él. Empezaron a pelear y en medio de la lucha el lobo lo ¡mordió! El hombre le pegó una patada y huyó a su casa. Al llegar, se durmió. Al día siguiente fue al trabajo.
Por fin llegó
la noche, noche de luna llena; sólo faltaba un minuto para las doce, nuestro
desafortunado amigo se encontraba en la azotea de su casa y, justo al sonar el
gran reloj de la plaza, sus ojos se volvieron rojos, sus costillas empezaron a
sufrir modificaciones genéticas, su corazón latía a paso veloz, acabando con un gran aullido; la transformación
se había realizado. Había cruzado la puerta entre la realidad y lo fantástico,
el hombre lobo había dejado de ser una leyenda urbana.
No podía
controlar las ganas de comer y saborear la sangre humana; ya eran incontenibles.
Por más que intentaba, no pudo por lo que decidió que tenía que irse a vivir al
bosque, para intentar no matar a nadie. Pero su instinto asesino era
incontrolable.
Pasaron los
días y continuó matando animales y todos
los días intentaba controlar las ganas de sangre humada. Cuenta la leyenda
que hubo un momento que ya no pudo, y
por eso han ido desapareciendo personas de las que nunca se supo nada y que al
parecer fueron comida del hombre lobo. En la noche de luna llena se escuchan
aullidos…. Y chicos hoy hay luna llena ….silencio….Adri, Samu, callar…..
Y de repente,
oímos un gran aullido……
Fin
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