El derecho de los trabajadores
En la República Centroafricana el tiempo es
horrible, hace mucho calor; un calor insoportable que nadie puede aguantar. Allí
vive una niña llamada Amaya. Tiene 10 años, como yo, y es muy flaquita porque
allí apenas pueden comer. Su raza es negra, tiene el pelo muy rizado, sus ojos
son muy oscuros igual que su pelo, la ropa es un poco pobre porque allí, al
igual que la comida, apenas tiene dinero para comprar ropa o telas e hilos para
hacerse la ropa en su casa. Ella vive en una casa hecha con palos gruesos
cubierta, por así decirlo, con rocas pegadas con barro y para el techo usa
muchas ramas secas también pegadas con barro a las piedras;aunque por el
aspecto que os imagináis pensaréis que se rompe con facilidad, no es así porque
el barro de allí es muy resistente y pegajoso; más que barro yo lo llamaría
lodo.
También
vive con sus amigos en su ’’tribu’’.
Como os he explicado antes, Amaya es pobre,
como sus amigos.
Cuando sus amigos y ella se hacen mayores y
ya tienen edad para viajar, se marchan a otro país para conseguir el buen
trabajo que se merecen, porque nadie merece la vida tan dura como la de Amaya,
la de sus amigos, la gente de su país y la de gente de muchos otros países.
fin
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