La vida imposible
Esta historia va
sobre una niña llamada Delia.
Delia tenía 12 años; era una niña Iraní, con pelo negro, unos ojos marrones preciosos, alta, graciosa, muy amable, respetuosa y con un gran corazón. Su familia tenía lo justo para vivir: comida y ropa.
Una vez cumplido los 12 años descubrió que por una antigua tradición debería casarse con una persona de otra familia mayor que ella. Delia no quería casarse con él, pero debía. Ella estaba infeliz porque no entendía porque se debía casar con 12 años, todavía estando en la infancia. Delia se preguntaba: “¿A mi padre y a mi madre les pasó lo mismo?”.
Al día siguiente le preguntó a su madre si le habían obligado a casarse con su padre. Su madre le respondió:
-Sí, me obligaron aunque yo no quisiese. Pero no hablemos de este tema.
Ahí se terminó la conversación. De repente se le pasó algo por la cabeza que era irse del país, pero hasta ella misma pensó que era una tontería, y encima sus padres no la iban a dejar.
Delia no se podía dormir pensando que la iban a casar con un desconocido y entonces se le volvió a pasar la idea de irse del país y volvió a pensar que era uno tontería pero es que esa tontería se le pasaba por la cabeza cada dos por tres y en esos momentos fue cuando se lo pensó un poco más.
Al día siguiente su padre le hablo sobre lo de casarse y le dio una charla aburridísima diciendo:
-Te debes casar por tradición, da igual lo que digas y lo que rechistes porque te vas a casar con ese señor. Bla, bla, bla, bla, etc
Esa charla no le gustó nada y de repente se le volvió a pasar la idea por la cabeza y Delia cada vez tenía más motivos para llevar a cabo esa idea, ahí fue cuando ya no le parecía una tontería.
Por la tarde su padre le dijo a Delia:
- La semana que viene te tendrás que casar con el señor.
Delia le preguntó:
-¿Y no le voy a conocer?
Su padre contestó:
-Él no quiere que le conozcas; quiere que sea una sorpresa y así será.
Cuando Delia se fue la madre le dijo al padre si podían hablar. El padre dijo:
-¿Crees que tengo ganas de hablar contigo?
La madre quiso responderle pero el padre le dijo:
-Tú no tienes derecho a hablar porque no eres el jefe de la casa. Vamos a repasar las reglas porque parece que se te han olvidado: la 1º, yo mando y tú obedeces; la 2º, no debes rechistar por nada; y la 3º lo único que puedes hacer son las tareas de la casa. ¿Te han quedado claras?
La madre respondió:
-Sí, me han quedado claras.
Y ahí se terminó la conversación. El padre se fue y la madre se quedó triste.
Delia pensó que debía irse porque no se quería casar con el señor. Lo estuvo pensando un día entero y decidió que si se iba a ir. Entonces se lo contó a su madre. Su madre le respondió:
-Si quieres irte, te vas a ir; yo no te digo nada porque me ha pasado lo mismo. Esto te parecerá raro pero me voy a ir contigo.
Delia no se creía lo que había pasado entonces le preguntó:
-¿Por qué te vas a venir conmigo si tú me obligabas a casarme?
La madre le respondió:
-Por cosas familiares, que no debes saber.
Delia le dijo:
-Vale, no voy a volver a preguntarlo pero ¿de verdad que te vas a venir conmigo?
La madre replicó:
-Sí, me voy a ir contigo.
Y ella dio un salto de alegría y suspiró porque estaba muy nerviosa pensando que tenía que irse ella sola.
Al día siguiente la madre se acordó que conocía a uno que trabajaba en la O.N.U y se acercó a verle y le explicó todo el problema. Tras oírla habló con sus compañeros y decidieron ayudarlas.
La madre se fue corriendo a contárselo a Delia; cuando la madre se lo contó Delia dio un salto de alegría y empezaron a hablar sobre a dónde se iban a ir, con quién,… y la madre le fue diciendo pequeños detalles que debía saber para que su padre no se diese cuenta de que se iban.
Delia se fue alegrando cada vez más. La madre le dijo:
-Nos tendremos que ir mañana.
A Delia no le importaba. Fue pasando el día y ellas fueron preparando todo hasta que terminó el día y se tuvieron que ir.
El viaje fue muy largo y muy cansado pero Delia estaba súper emocionada por ver que iba a pasar pero también estaba súper nerviosa. Pasaron dos semanas muy largas y por fin llegaron a su destino aunque estaban agotadísimas.
Cuando llegaron les llevaron a un edificio gigantesco. Se pusieron a hablar con un señor muy amable. Hablaron y hablaron y el señor les preguntó que les había pasado. Ellas le explicaron lo que le había pasado. El señor les ayudó a conseguir asilo y por fin pudieron empezar una nueva vida llena de esperanzas.
Y así es como Delia y su madre consiguieron una vida mejor.
Delia tenía 12 años; era una niña Iraní, con pelo negro, unos ojos marrones preciosos, alta, graciosa, muy amable, respetuosa y con un gran corazón. Su familia tenía lo justo para vivir: comida y ropa.
Una vez cumplido los 12 años descubrió que por una antigua tradición debería casarse con una persona de otra familia mayor que ella. Delia no quería casarse con él, pero debía. Ella estaba infeliz porque no entendía porque se debía casar con 12 años, todavía estando en la infancia. Delia se preguntaba: “¿A mi padre y a mi madre les pasó lo mismo?”.
Al día siguiente le preguntó a su madre si le habían obligado a casarse con su padre. Su madre le respondió:
-Sí, me obligaron aunque yo no quisiese. Pero no hablemos de este tema.
Ahí se terminó la conversación. De repente se le pasó algo por la cabeza que era irse del país, pero hasta ella misma pensó que era una tontería, y encima sus padres no la iban a dejar.
Delia no se podía dormir pensando que la iban a casar con un desconocido y entonces se le volvió a pasar la idea de irse del país y volvió a pensar que era uno tontería pero es que esa tontería se le pasaba por la cabeza cada dos por tres y en esos momentos fue cuando se lo pensó un poco más.
Al día siguiente su padre le hablo sobre lo de casarse y le dio una charla aburridísima diciendo:
-Te debes casar por tradición, da igual lo que digas y lo que rechistes porque te vas a casar con ese señor. Bla, bla, bla, bla, etc
Esa charla no le gustó nada y de repente se le volvió a pasar la idea por la cabeza y Delia cada vez tenía más motivos para llevar a cabo esa idea, ahí fue cuando ya no le parecía una tontería.
Por la tarde su padre le dijo a Delia:
- La semana que viene te tendrás que casar con el señor.
Delia le preguntó:
-¿Y no le voy a conocer?
Su padre contestó:
-Él no quiere que le conozcas; quiere que sea una sorpresa y así será.
Cuando Delia se fue la madre le dijo al padre si podían hablar. El padre dijo:
-¿Crees que tengo ganas de hablar contigo?
La madre quiso responderle pero el padre le dijo:
-Tú no tienes derecho a hablar porque no eres el jefe de la casa. Vamos a repasar las reglas porque parece que se te han olvidado: la 1º, yo mando y tú obedeces; la 2º, no debes rechistar por nada; y la 3º lo único que puedes hacer son las tareas de la casa. ¿Te han quedado claras?
La madre respondió:
-Sí, me han quedado claras.
Y ahí se terminó la conversación. El padre se fue y la madre se quedó triste.
Delia pensó que debía irse porque no se quería casar con el señor. Lo estuvo pensando un día entero y decidió que si se iba a ir. Entonces se lo contó a su madre. Su madre le respondió:
-Si quieres irte, te vas a ir; yo no te digo nada porque me ha pasado lo mismo. Esto te parecerá raro pero me voy a ir contigo.
Delia no se creía lo que había pasado entonces le preguntó:
-¿Por qué te vas a venir conmigo si tú me obligabas a casarme?
La madre le respondió:
-Por cosas familiares, que no debes saber.
Delia le dijo:
-Vale, no voy a volver a preguntarlo pero ¿de verdad que te vas a venir conmigo?
La madre replicó:
-Sí, me voy a ir contigo.
Y ella dio un salto de alegría y suspiró porque estaba muy nerviosa pensando que tenía que irse ella sola.
Al día siguiente la madre se acordó que conocía a uno que trabajaba en la O.N.U y se acercó a verle y le explicó todo el problema. Tras oírla habló con sus compañeros y decidieron ayudarlas.
La madre se fue corriendo a contárselo a Delia; cuando la madre se lo contó Delia dio un salto de alegría y empezaron a hablar sobre a dónde se iban a ir, con quién,… y la madre le fue diciendo pequeños detalles que debía saber para que su padre no se diese cuenta de que se iban.
Delia se fue alegrando cada vez más. La madre le dijo:
-Nos tendremos que ir mañana.
A Delia no le importaba. Fue pasando el día y ellas fueron preparando todo hasta que terminó el día y se tuvieron que ir.
El viaje fue muy largo y muy cansado pero Delia estaba súper emocionada por ver que iba a pasar pero también estaba súper nerviosa. Pasaron dos semanas muy largas y por fin llegaron a su destino aunque estaban agotadísimas.
Cuando llegaron les llevaron a un edificio gigantesco. Se pusieron a hablar con un señor muy amable. Hablaron y hablaron y el señor les preguntó que les había pasado. Ellas le explicaron lo que le había pasado. El señor les ayudó a conseguir asilo y por fin pudieron empezar una nueva vida llena de esperanzas.
Y así es como Delia y su madre consiguieron una vida mejor.
FIN
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